La naturaleza nos hace muchos regalos que demasiadas veces ignoramos. Este me lo hizo ver Isabel. En un bosque del Pirineo francés, junto a un torrente, estas hojas de haya se habían quedado solo con los nervios. Iluminadas por el sol a contraluz, junto a las que seguían verdes, me permitieron hacer estas fotografías.
Ya inútiles seguían en su árbol. Inútiles pero hermosas.
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