¿Qué
queréis que diga? Cualquiera que me siga más o menos en el blog sabrá que la
catástrofe medioambiental que estamos sufriendo era la crónica de una muerte
anunciada. He dicho mil veces en el blog que pasaría esto. Y sé cómo se podría
evitar, también lo he dicho.
Veremos
qué queda después de este verano insufrible y devastador. Cada vez me será más
difícil salir a un monte verde, lo sé.
Y el
único consuelo que podría quedar, que es que tomaran buena nota de lo ocurrido
y se plantearan en serio la gestión de nuestros montes, eso no ocurrirá.
Y
vendrán más veranos terribles, y poco a poco el verde irá dando paso al ocre,
al negro… Esa será la herencia que dejaremos a las futuras generaciones. Aunque para muchos de los que salen al monte a hacer el burro con artilugios de dos ruedas o a batir
sus "marquitas deportivas", que esté verde, negro o a motas fucsia, les da igual. Y de esos cada vez hay más.
Malos
tiempos para la vida.
Triste
verano, triste, triste.
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