ME DESPIDO HASTA SEPTIEMBRE
¡¡¡FELIZ VERANO!!!
106 litros en 289 días.
Recuerdo también los ecos secretos del silencio; la transparencia helada del vacío cristalino. Ese mundo se recoge en mí, más presente que el real, más vivo que la vida misma. Y me llena. Y me rodea. Y me protege.
Sigue
junio comportándose en cuanto a temperaturas. Esta semana oscilarán entre los
18 y 21 de mínimas y los 29 y 31 de máximas, temperaturas bastante soportables.
El viento seguirá entrando del este y sureste todos los días y el cielo,
básicamente despejado aunque con nubes sin más trascendencia que algunas posibles
lloviznas el miércoles y jueves.
Una
semana normalita de junio para ser la última de una primavera sin flores, que
llegó tras un invierno sin frío y un otoño calentito. Todo “regado” con nueve meses de la sequía más salvaje que se
recuerda.
106 litros en 279 días.
En
muchas ocasiones la naturaleza te da inesperadas y agradables sorpresas;
también la naturaleza domesticada de un jardín o una terraza. Sorpresas que,
para quien tenga los ojos bien abiertos, encierran en ocasiones mensajes que te
llevan a interesantes reflexiones.
De una
de estas sorpresas voy a hablar, y de la reflexión a la que me condujo.
Tenía
en la terraza una planta crasa que creo que es la más vieja de todas las que
hay en casa. La tenía en un rincón y no le prestaba ninguna atención. Es
grandota y desgarbada, con hojas pequeñas y carnosas. Los gorriones gustan de
posarse en sus ramas, que a veces rompen, por lo que a su alrededor siempre
está sucio.
Muchas
veces he tenido la tentación de tirarla, pero más por los pajarillos que por
ella, la he mantenido allí, sin riego, ni abono, ni poda. Abandonada a su
suerte. Arrinconada y olvidada ha estado durante años, como posadero de
gorriones. Nada esperaba de una planta tan vieja, desgarbada y fea.
Hace
unos días estaba sentado, leyendo cerca de ella, y como siempre ni la miraba,
más atento a los rosales, los geranios, el olivo, la higuera llena ya de higos,
las adelfas en flor, espléndidas, los limoneros cargados de frutos…
Me llegó un aroma dulce, suave y agradable que no identifiqué. Buscando su origen la descubrí. Estaba en su rincón cubierta de flores, envuelta en abejas, convertida en la más hermosa de todas las que tengo.
Marginada,
ninguneada, olvidada en un rincón durante años, siendo además la más vieja de
la casa, con la poca lluvia de estos días pasados, nunca la regaba, estalla en
una fiesta de aroma y color convirtiéndose sin duda en la reina de la terraza.
Y yo
que tantas veces estuve a punto de tirarla, que pasaba de ella, que ni la veía,
y mira cómo me lo paga. ¡Qué regalo inesperado! ¡Qué lección de vida! Si las
plantas escucharan nuestra voz le hubiera pedido perdón desde lo más hondo de mi mismo. Le hubiera dado las gracias por el regalo que supone, no solo su belleza,
sino lo que su gesto significa. Y le hubiera dicho que aunque no vuelva a
florecer nunca más, siempre tendrá un rincón en casa.
¡Cuántas
veces hacemos esto que yo hice con ella con las personas que nos rodean!
¡Cuántas veces se nos olvida que “la piedra que desecharon los arquitectos es ahora
la piedra angular!” Sal. 118.22.
Sí,
así como desechamos a Jesús, seguimos desechando a nuestro alrededor, a modo de
arquitectos, muchas piedrecitas que podrían ser piedra angular de hermosos
edificios que nunca serán.
Ya veis la plantita, todo lo que me ha dicho desde su rinconcito en la terraza. ¿Cómo no voy a estarle agradecido por su belleza y por su mensaje?
106 litros en 278 días.
Fin de
semana de verano de los de antes. Cómodo y agradable. Mínimas de 18 y máximas
de 27 mañana, y algo más bajitas el domingo. El cielo bastante despejado con
tendencia a taparse más sin llegar a cubrirse del todo. Y el viento, del este y
sureste, flojo pero de los que se nota.
Y con
la regadita de esta semana pasada, 28 litros en mi pluviómetro, en otros muchos
sitios más, bastante más, estos dos días estarán meteorológicamente hablando,
la mar de bien.
106 litros en 276 días.
Que
sí, que ha llovido, pero la verdad, al menos aquí nos ha dejado con la miel en
la boca. No han caído más que veintiocho litros, a falta de lo que acabe de
llover hoy, que será poco o nada. Con un
déficit de 350 litros, 28 es pura miseria. En otros sitios sí ha llovido
mucho más.
Pero
menos da una piedra, así que alegrémonos y veamos la parte positiva. Por poco
que sea ha venido muy bien, además no ha sido a lo bestia, no ha granizado y a
partir de mañana no entrarán ponientes, como parecía que iba a pasar. Seguirán
los levantes. Y aunque hará calor, las temperaturas no serán excesivas.
Cierto
que para muchas plantas y árboles estas lluvias han llegado tarde, ya se han
muerto; pero para los supervivientes es un balón de oxígeno, una oportunidad de
vida de cara al verano.
En
fin, todo esto es bueno.
Y
estos cuatro días grises, frescos y lluviosos han sido una auténtica delicia,
un regalo impagable. Un oasis en medio del desierto.
¡Fríos
polares! Aunque sea verano acordaos de vez en cuando de nosotros; sois la vida
porque nos traéis el agua. ¡Estamos aquí!
106 litros en 274 días.
Entre
los diez litros que cayeron ayer y que el poniente de hoy no ha sido muy
fuerte, el fin de semana ha sido mejor de lo esperado, sin embargo, la semana
próxima me parece que será decepcionante porque las previsiones de lluvia han
ido desinflándose a medida que pasaban los días.
Eso sí,
será una semana al principio más fresca que la pasada, tocando fondo el
miércoles en que la máxima será tan solo de 22 grados. ¡Una maravilla! A partir
de ahí volverán a remontar para volver a los 30 hacia el fin de semana. Las
mínimas no variarán tanto situándose entre 17 y 20, según días. El cielo con
nubes, claros y sol, y el viento del este sureste hasta el miércoles para girar
al suroeste y oeste del jueves en adelante.
El
riesgo de lluvia, en forma de tormentas, estará presente solo lunes y martes
pero, como he dicho, no se esperan grandes cantidades. Una lástima.
En
resumen, una semanita con dos caras. Hasta el miércoles, fresca, con levantes y
posibilidad de algo de lluvia. Luego, subidón de temperaturas y vientos secos
de esos que se dejan notar y hacen daño, mucho daño tal y como están las cosas.
Si
entre lunes y martes recogiéramos unos 20 o 30 litritos aguantaríamos mejor el
resto de la semana. Pero eso, aquí, es mucho pedir.
88 litros en 271 días.
El 17 de mayo
de 2018 publiqué una entrada sobre esas macrofiestas que se montan para hacer
negocio, con los alumnos cuando acaban 4º de secundaria y después cuando acaban
bachiller.
El 2 de junio
de 2019 la volví a publicar tal cual porque releyéndola entonces creo que
expresaba perfectamente mi forma de ver el asunto y el de mucha más gente.
Hoy, 9 de
junio de 2024 vuelvo a publicarla por tercera vez porque creo que eso hay que
decirlo, diría mejor, denunciarlo, y bien alto, aunque sirva para muy poco.
Aunque sea una voz clamando en el desierto.
Pero en esta
ocasión quiero añadir un breve apunte. Desde muy niños, aquí en Ribarroja, con
el beneplácito de familias e instituciones, se les orienta en esa dirección año
tras año. Ese tipo de fiesta, cuyos tristes ejes todos sabemos cuáles son, ya
no les resulta ajena cuando acaban 4º o 2º BAC. Y nada pueden hacer los padres
que saben educar, no todos saben, y los colegios e institutos que intentan
hacer algo más que dar clase.
Quien tenga
oídos para oír, que oiga.
Un año más
vamos a asistir impotentes al triste espectáculo de ver a nuestros alumnos
sumergidos en el absurdo que supone esa macrofiesta al acabar 4º, y ese viaje
masivo al término de bachiller.
Ante esto hay
que dejar varias cosas muy claras. La primera es que los institutos nada tienen
que ver con estos montajes, aunque a veces los alumnos mientan diciendo que es
cosa del cole y haya padres que se traguen la bola.
En segundo
lugar hay que tener también claro que la organización de estos eventos corre a
cargo de empresas privadas que obtienen de ellos sustanciosos beneficios.
En tercer
lugar también hay que saber que las condiciones de traslado de los chavales, en
ocasiones recuerda al trasporte de ganado. Yo he visto llenar un autobús interurbano
de alumnos de 4º. La mayoría de pie y lógicamente sin cinturón de seguridad.
En cuarto
lugar es importante conocer la realidad de lo que allí hacen o pueden hacer.
Quien quiera creerse que son fiestas light, de música y cocacola o fanta, es
muy libre de creérselo. Incluso habrá algún padre de esos de “mi hijo no me
engaña” que se creerá que empiezan rezando el rosario y acaban con un
padrenuestro por las morsas de Madagascar, si el mozalbete así se lo explica. Y
no digo más porque a buen entendedor, pocas palabras bastan. Y a mal entendedor
para nada sirve hablarle.
Por esto animo
a que los padres se enfrenten sin miedo a sus hijos menores de edad y les
digan, ¡no, tú no vas a esa fiesta! Admiro a los papás que lo hacen. Admiro a
los pocos alumnos, los raros, que dicen, yo a eso no voy ¡Difícil y valiente
decisión para un alumno de 4º de secundaria!
Y con los
mayores de edad, poco pueden hacer los padres que no lo hayan hecho ya. Ahí han
de ser ellos, los jóvenes, los que decidan qué hacer con su vida. Por eso
admiro a los pocos que al acabar bachiller se van a un concierto a alguna
ciudad más o menos lejana, se hacen una ruta en tren por Europa, o se montan un
viaje de aventura, mochila a la espalda, y no se hunden en ese quemadero de
dignidad y valores en el que se hunden casi todos.
Y yo, como
educador, que junto a mis compañeros he intentado enseñarles qué es la
verdadera libertad, hacerles conscientes de su dignidad; que he intentado
desarrollar su capacidad crítica y ayudarles a que encuentren un sentido a su
vida, siento en lo más hondo del alma verles caer en ese pozo de miseria y
estupidez.
¡Qué forma más
triste de acabar la secundaria, de acabar el bachiller! ¡Qué desolación como
educadores! Es cierto que en la mayoría de los casos el asunto acabará ahí, y
no pasará nada. Pero, ¡qué triste acabar así!
Yo ya no puedo
hacer más de lo que he hecho. Ahora sólo me queda no pensarlo, no pensarlos en
esa fiesta estúpida al acabar 4º, ni en ese viaje absurdo al acabar bachiller.
No pensarlos allí, no imaginarlos allí, porque me duele. Y esperar que salgan
indemnes de una experiencia que ninguna falta les hace.
88 litros en 271 días.
Tenemos
por delante un fin de semana de pleno verano, de esos que nada desentonaría si
estuviera en plena canícula. O sea, muy mal, aunque podría ser aún peor.
Ambos
días las mínimas serán agradables, 20 grados, pero las máximas se dispararán
hasta los 30 el sábado y los 33 o más el domingo, un día negro para nuestros
montes aunque no haya ningún incendio, porque el poniente aparecerá agravando
el desastre que la sequía está causando. No será muy fuerte, pero se notará. Por
esto digo que podría ser peor, que soplara con fuerza.
El
sábado, tras una mañana tranquila, podrá llegar por la tarde alguna tormenta
desvaída hasta nosotros que, con mucha suerte, dejaría algunas décimas y
esperemos que sin aparato eléctrico.
En
resumen, mal, muy mal.
78 litros en 269 días.
El
Corpus de este año nos ha regalado el triste espectáculo de esta España
irredenta que parece no salir nunca de ese círculo vicioso, autodestructivo,
que tuvo su culmen en la Guerra Civil, tan presente todavía en nuestra
sociedad.
Han
sido Sagunto y Náquera los protagonistas por motivos exactamente contrarios.
En el
caso del primero, por la anacrónica y absurda negativa del ayuntamiento socialista
de no prohibir el aparcamiento en el itinerario de la procesión pese a haber
sido solicitado en tiempo y forma.
Habría
que recordarles a estos señores que la Constitución estableció la libertad
religiosa. Que una procesión es, en términos civiles, una manifestación que
igual que cualquier otra, previa la tramitación pertinente, debe ser facilitada
por la autoridad siempre que no vaya contra la ley. Que además la procesión del
Corpus no solo tiene una dimensión religiosa, sino también cultural e histórica,
y más en Sagunto. Y que un alcalde es alcalde de todos, no solo de los suyos.
Es el
anticlericalismo casposo e irritante, fuera de tiempo y lugar, que determinados
sectores de la llamada izquierda se resisten a abandonar mostrando su escaso
talante democrático y, paradójicamente, su atroz conservadurismo.
En el
segundo, Náquera, ayuntamiento gobernado por Vox, no se les ocurre otra cosa
que montar en la sede del partido un altar. Es tradicional en esta procesión
montar algunos altares en domicilios particulares en los que descansa la
custodia y se rezan unas oraciones. Pienso además que el cura párroco, nuevo en
la localidad, no era sabedor del significado y las consecuencias de ese altar.
Habría
que recordarles a estos señores que no tienen ningún derecho a identificar su
ideología con la fe. Afortunadamente, hay millones de personas que en las
antípodas de lo que llaman derechas, viven su fe en una vida profundamente
religiosa. No son “los de derechas” quienes tienen que cuidarla ni erigirse
como garantes del mensaje del Evangelio. Eso es cosa de la Iglesia, como
institución y como pueblo de Dios.
Es la derecha que durante demasiados años se ha identificado con la Iglesia creando en muchos momentos de la historia una alianza con el estado y el poder establecido absolutamente ajena al Evangelio por la que además, dicho sea de paso, ha pagado y sigue pagando un alto precio.
Malestar
en ambas localidades y tensión entre los vecinos, es lo que provocan estos
desatinos, amplificados, cómo no, por unos medios de comunicación ansiosos de
escarbar en la heridas desde sus servidumbres ideológicas.
Triste
panorama este que una vez más nos muestra en toda su crudeza esa España, como
he dicho al principio, irredenta, anclada en el pasado, incapaz de encarar el
futuro con altura de miras, incapaz de progresar de verdad, porque el progreso,
del que tanto hablan algunos, en esta historia no está ni en Sagunto ni en
Náquera, está en la inmensa mayoría a la que todo esto nos produce una inmensa
pena, y hasta nos da miedo. Ahí está el verdadero progreso.
Según
la RAE.
Irredento,
ta
Del
it. irredento, y este de in- 'in-2' y redento, part. de redimere 'redimir', en
lat. redemptus.
1.
adj. Dicho especialmente del territorio que una nación pretende anexionarse por
razones históricas, de lengua, raza, etc.: Que permanece sin redimir.
2.
adj. Dicho de una persona o de una cosa: Que se mantiene o persiste sin
cambios.
Sin.:
Incorregible, empedernido, impenitente.
78 litros en 267 días.
No ha
tardado el verano en dejarse ver. Aunque el astronómico aún no ha llegado, el
meteorológico, que empezó ayer, ha llegado puntual a la cita, no como el
invierno y la primavera que han pasado de largo.
Con
los montes en estado agónico empezaremos una semana de subida implacable de
temperaturas pasando de los 26 y 17 de mañana a las máximas de 30 y las mínimas
ya de 20 del miércoles en adelante. Bastante normal si no fuera porque nos
acercamos a los 300 días con tan solo 78 litros de lluvia.
Lo
único que ayuda un poco, de momento, es que el viento seguirá entrando de este
y sureste, pero algún día vendrá el poniente…
En
cuanto a lluvias, algunos partes hablan de tormentas el próximo sábado, pero
queda lejos y yo, sinceramente, en las fechas en que estamos ya he perdido la
esperanza de salvarnos del desastre medioambiental que va a provocar este
verano en nuestra tierra.
78 litros en 264 días.
Me da
escalofríos ver con qué naturalidad y cotidianeidad los medios de comunicación
nos hablan, día sí, día también, de la al parecer inevitable tercera guerra
mundial. Es como si nos estuvieran preparando para que cuando llegue no nos
pille de sorpresa.
Rearme,
milis de nuevo obligatorias, maniobras, declaraciones cruzadas, reclutamientos
a la vista… Tambores de guerra.
Creo
que falta rigor y seriedad y sobra sensacionalismo en una historia que, si bien
puede acabar en una tragedia colectiva inimaginable, debe estar orientada a que
tal tragedia no ocurra y no a una insensata aceptación de lo inevitable, porque
sí es evitable.
La
guerra es la negación frontal y rotunda, sin paliativos, de la vida; la
negación de la dignidad del ser humano y de su libertad. Esté más o menos
justificada, llegar ahí, a matarnos unos a otros, es la prueba de que en el
fondo, la vida de todos y cada uno de nosotros no tiene en verdad el valor que
creemos que tiene, que necesitamos creer que tiene para poder dormir
tranquilos.
Y es
cierto. Y da miedo, mucho miedo pensarlo.
En una
sociedad secularizada, sin Dios alguno, la inviolabilidad de la vida de las
personas es simplemente fruto de un acuerdo, de una convención, y está recogida
en la Declaración Universal de Derechos Humanos. Y como todo acuerdo, es
revocable y tiene su letra pequeña. Eso explica la lógica de la guerra. Los
acuerdos pueden no ser vinculantes en según que circunstancias.
Desde
una perspectiva religiosa la vida es sagrada porque es un don de la divinidad
del que no somos dueños, ni de la nuestra ni de la de los demás. Y eso no lo
podemos tocar, aunque a lo largo de la historia, por erróneas interpretaciones,
se hayan cometido y se cometan, bárbaros crímenes en nombre de Dios. Otra
explicación de la lógica de la guerra. La interpretación de la supuesta
voluntad de Dios.
Y
cuando se juntan ambas lógicas…
Pero
también existe la lógica de la paz.
A día
de hoy, el papa Francisco y líderes de otras religiones, claman constantemente
por la paz, junto a líderes políticos y millones de personas. Porque sea por
convención o por una autoridad trascendente, la vida, nuestras vidas, son
inviolables y sagradas.
Y en
esas estamos. La Declaración Universal de derechos humanos dice:
Todo
individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona.
Artículo 3.
La
Biblia dice:
No
matarás. Quinto mandamiento.
Y esta
es la lógica de la paz. Un acuerdo entre todos los humanos refrendado por una
trascendencia que desde la religión llamamos Dios, y que en cristiano tiene el
rostro de Cristo que nos dijo con su vida, con su muerte y con su resurrección que
ese Dios es amor.
Que Dios
está en las antípodas de la guerra.
78 litros en 263 días.