Saliendo
de excursión en un pueblecito de la sierra una reciente tarde gris y lluviosa, (regalo del Cielo) andaba delante de mí una pareja con cuatro perros y un gato
paseando plácidamente, disfrutando del tan deseado frescor que hacía aquella tarde.
Me
llamó la atención que caminaban poco menos que en formación. Los dueños detrás
y los cinco animalitos delante, uno junto al otro, equidistantes, gato
incluido.
No era
un gato grande; me pareció más bien jovencito, aún crecería más. Pelaje entre
gris y negro, de estos que hay tantos por ahí. Un gato común podríamos decir.
Como
ocupaban casi todo el camino y yo iba más deprisa, fui a adelantarles por la
derecha que era por donde caminaba el gato. Y entonces, para mi sorpresa, el
felino se volvió hacia mí y me plantó cara, enseñándome los dientes y bufando.
Los perros ni se inmutaron. Los dueños dijeron, buenas tardes.
Esquivé
al bravo defensor de la tropa y vi cómo tras adelantarles volvió a su posición
y siguió su paseo como si tal cosa.
¡Me
encantó la escena! Y empecé la ruta sonriendo y pensando que precisamente el
más pequeño y vulnerable de los siete especímenes que había allí, incluidos los
dos humanos, fue el que asumió la tarea de defender a los suyos del intruso.
¡Encantador
el gatito!
¡Encantador!
No hay comentarios:
Publicar un comentario