Alta
viene la ola para que el periódico El País, cuya filiación todos conocemos,
ahora ya sin disimulo alguno, con descaro y sin vergüenza, se alinee con el Gobierno olvidando lo más
importante de un medio de comunicación respetable y serio en una democracia, la
objetividad y la imparcialidad.
No nos
dice hoy lo que pasa, sino la versión de lo que pasa del Gobierno, con verdades
a medias, omisiones intencionadas y mentiras maquilladas de verdades,
utilizando, como siempre, un lenguaje sin contenido real, pero eficaz a la hora
de engañar a la gente.
Es el lenguaje,
manido y falso, de conservadores y progresistas, derechas e izquierdas y demás
zarandajas maniqueas, según el cual unos son muy, muy buenos, y esa bondad
intrínseca indiscutible les legitima para hacer y decir lo que les venga en gana, y los otros muy,
muy, pero que muy malos, y hagan lo que hagan y digan lo que digan está siempre mal
hecho y mal dicho.
No sé
al final lo que pasará, pero la situación política es muy grave. Veo una
manipulación de las instituciones y los medios de comunicación descomunal, y un
intento constante de romper la división de poderes por parte del Gobierno. Todo
esto creo que está provocando un deterioro de la democracia sin precedentes, y una
deriva hacia una dictadura política encubierta. La ideológica ya está
establecida.
Pero
bueno, es lo que tenemos, lo que hemos elegido. Y todos, todos, pagaremos, más
tarde o más pronto, los incomprensibles desatinos del sr. Sánchez y sus
aliados, que no del PSOE, al menos del PSOE que yo conocía y del que un día me
fie. Y que creo que sigue existiendo, pero maniatado y amordazado.
Me
preocupa la situación, me da miedo
Y no
digo más.
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