Con
esta foto, hecha ayer, del último atardecer de otoño recibo al invierno.
No es
hoy un día muy invernal, ni lo será mañana, ni pasado… Este año, el invierno no
quiere venir. Y puede que no venga. Que nos quedemos instalados en un otoño
primaveral o en una primavera otoñal hasta que vuelva el que sí vendrá, el
verano, el terrible, angustioso e insufrible verano.
Espero
equivocarme. Con gran alborozo reconocería que me he equivocado y lo gritaría a
los cuatro vientos.
Pero
resulta que esto que ahora tenemos es cómodo. Es malo, muy malo para la
naturaleza de la que vivimos y en la vivimos, pero es cómodo. Y como nos hemos
alejado tanto de ella se nos olvida que esta comodidad es la antesala de muy
serios problemas. Esto pienso.
Y otro
pensamiento me viene a la mente. ¡Cuántas veces la comodidad nos lleva por un
camino que no va a ninguna parte! Pan para hoy y hambre para mañana.
En
fin, no son alegres palabras estas, lo sé. Pero como no hay que perder la
esperanza de que lo mejor está por venir, acabo esta entrada deseando ¡Feliz
invierno!
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