Si le
meto, bien metido, el dedo en el ojo a alguien para preguntarle un rato después
¿qué te pasa en el ojo? y me responde de muy malas maneras tendrá toda la razón
del mundo, porque hay que ser muy tonto o extremadamente cínico para hacer algo
así. ¿Verdad?
Pues
eso mismo es lo que he pensado cuando he leído a sesudos señores de la
Universidad quejándose del nivel tan bajo con el que les llegan los alumnos. Y
cada vez más.
Vamos
a ver, señores míos, ¿quién tiene la responsabilidad de la debacle del sistema
educativo, sino la Universidad en ponzoñosa alianza con los políticos? ¿Y
ustedes se quejan? Si son tan responsables como los políticos. De verdad que se merecen que les contestemos de mala manera.
¿Quién
determina hacer experimentos pedagógicos año tras año con todos los alumnos,
desde infantil hasta BAC? ¿Quién decide los continuos cambios tanto de forma
como de fondo en el sistema educativo sin valorar siquiera si el invento
anterior ha servido para algo? ¿Quién se dedica a cambiar casi cada curso la
terminología y la burocracia para que lo que se ha hecho en un curso no valga
para el siguiente? ¿De dónde salen las "inspiraciones" psicológicas y pedagógicas,
ocurrencias de gurús, que acaban convirtiéndose en leyes inútiles o
devastadoras?
El
hecho de que haya habido ocho leyes de educación en la democracia prueba lo que
estoy diciendo.
Y no
me digan ustedes que eso es cosa solo de los políticos. Sí, de los políticos y
de la Universidad que es la coartada que tienen para, en nombre de la pedagogía
y la psicología, imponer una ideología a costa del futuro de la sociedad. Y
aceptan ustedes, la Universidad, ser esa coartada por motivos en los que no
quiero entrar ahora.
¿Tontos
o cínicos? Es la pregunta que dejo abierta. Yo tengo mi respuesta.
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