Una portada políticamente correcta... |
Hace solo veinte años, la portada de esta revista
hubiera resultado absurda (foto aparte), porque hace solo veinte años, cuando
el personal veía una revista en la que ponía excursiones para niños, pensaba en
todos los niños, ¡claro! llevaran faldita rosa o pantalón vaquero azul. Unos y
otras eran igual de visibles en la mente del lector.
Hoy, al menos a mí, me sigue resultando absurda,
aunque es la portada de una revista a la
que, dicho sea de paso, estoy suscrito y a la que voy a seguir estándolo porque
me gusta; la revista, no la portada. Una portada que la RAE calificaría, con toda la
razón, de artificiosa e innecesaria, y que como ya he dicho, a mí, además, me
resulta absurda e incluso ridícula.
¿Qué ha pasado? La memez y la incultura, debidamente
aderezadas con una adecuada politización, una vez más se han abierto paso en
nuestra sociedad, tan amiga de utilizar el lenguaje para ocultar la realidad o
manipularla. Hay que ver, por ejemplo, lo que ha cundido y está cundiendo, una
perífrasis verbal inacabada…, pero eso es harina de otro costal.
Y es que para conseguir el más que loable objetivo de
la igualdad total entre el hombre y la mujer, nos hemos salido por la tangente,
pensando que manipulando burdamente el lenguaje y sus normas más básicas, vamos,
si no a alcanzar, sí a acelerar la consecución del citado objetivo. No, así no.
Hay que afrontar el problema a fondo y en serio.
Igualdad absoluta ante la ley, igualdad de
oportunidades educativas, igualdad en el acceso al mercado laboral, igualdad de
sueldos, igualdad total y absoluta de derechos y deberes en todos los ámbitos.
¡Claro que sí! Igualdad hasta el punto de que ese invento de la paridad resulte
insultante para la mujer, porque lo es.
A esa lucha sí me apunto. Pero manipular el lenguaje,
hasta hacerlo farragoso e incluso difícilmente legible en aras de una supuesta
visibilidad de la mujer, me parece superficial, inculto, incluso ofensivo para
la propia mujer, como la maldita paridad. Ofende a las niñas tener que decir
niños y niñas.
A veces pienso que estamos enmascarando el profundo
machismo, demasiado arraigado aún en nuestra sociedad, con esta pantomima
absurda de padres y madres, niños y niñas, ciudadanos y ciudadanas, jueces y
juezas… No es lo mismo género que sexo. Y no atenta contra la mujer el
masculino genérico que engloba ambos sexos.
Lo
repito, el problema, que existe, es más hondo y va por otros derroteros. Y, desde luego, tengo claro que no se conseguirá la igualdad real entre hombre y
mujer rompiendo, de un modo tan simplón como ridículo, la extraordinaria,
compleja y bellísima estructura de la lengua fraguada durante cientos de años.
Este no es el camino. Además es peligroso, porque nos hace creer que vamos
avanzando. Y no.
Acudiendo al refranero, como haría el bueno de Sancho
Panza, una vez más cogemos el rábano por las hojas, y encima estamos orgullosos
de hacerlo. Comeremos hojas de rábano. Y también podríamos decir que el hábito
no hace al monje. Un monje vestido de lagarterana seguirá siendo monje.
Como ya he dicho, la RAE , en su web, en la sección consultas
lingüísticas, preguntas frecuentes, dice “este tipo de desdoblamientos son
artificiosos e innecesarios desde el punto de vista lingüístico”.
Pero es que, en esta, como en otras cuestiones, no ha
prevalecido el punto de vista lingüístico, que para mí es el único legitimo en
este terreno, sino la tiranía de lo políticamente correcto y la superficialidad
atroz que sustenta esa estéril forma de ver e interpretar la realidad. Y a este
carro se han apuntado casi todos. No lo entiendo. O quizá si, no sé.
Mirad el artículo completo de la RAE sobre este tema.
Este tipo de desdoblamientos son artificiosos e
innecesarios desde el punto de vista lingüístico. En los sustantivos que
designan seres animados existe la posibilidad del uso genérico del masculino
para designar la clase, es decir, a todos los individuos de la especie, sin
distinción de sexos: Todos los ciudadanos mayores de edad tienen derecho a
voto.
La mención explícita del femenino solo se justifica
cuando la oposición de sexos es relevante en el contexto: El desarrollo
evolutivo es similar en los niños y las niñas de esa edad. La actual tendencia
al desdoblamiento indiscriminado del sustantivo en su forma masculina y
femenina va contra el principio de economía del lenguaje y se funda en razones
extralingüísticas. Por tanto, deben evitarse estas repeticiones, que generan
dificultades sintácticas y de concordancia, y complican innecesariamente la
redacción y lectura de los textos.
El uso genérico del masculino se basa en su condición
de término no marcado en la oposición masculino/femenino. Por ello, es
incorrecto emplear el femenino para aludir conjuntamente a ambos sexos, con
independencia del número de individuos de cada sexo que formen parte del
conjunto. Así, los alumnos es la única forma correcta de referirse a un grupo
mixto, aunque el número de alumnas sea superior al de alumnos varones.Así debería ser, pero no es... |
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