FRASES PARA PENSAR.

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QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

sábado, 4 de julio de 2015

Excursiones montañeras con niños y niñas.

Una portada políticamente correcta...
Hace solo veinte años, la portada de esta revista hubiera resultado absurda (foto aparte), porque hace solo veinte años, cuando el personal veía una revista en la que ponía excursiones para niños, pensaba en todos los niños, ¡claro! llevaran faldita rosa o pantalón vaquero azul. Unos y otras eran igual de visibles en la mente del lector.
Hoy, al menos a mí, me sigue resultando absurda, aunque  es la portada de una revista a la que, dicho sea de paso, estoy suscrito y a la que voy a seguir estándolo porque me gusta; la revista, no la portada. Una portada que la RAE calificaría, con toda la razón, de artificiosa e innecesaria, y que como ya he dicho, a mí, además, me resulta absurda e incluso ridícula.
¿Qué ha pasado? La memez y la incultura, debidamente aderezadas con una adecuada politización, una vez más se han abierto paso en nuestra sociedad, tan amiga de utilizar el lenguaje para ocultar la realidad o manipularla. Hay que ver, por ejemplo, lo que ha cundido y está cundiendo, una perífrasis verbal inacabada…, pero eso es harina de otro costal.
Y es que para conseguir el más que loable objetivo de la igualdad total entre el hombre y la mujer, nos hemos salido por la tangente, pensando que manipulando burdamente el lenguaje y sus normas más básicas, vamos, si no a alcanzar, sí a acelerar la consecución del citado objetivo. No, así no. Hay que afrontar el problema a fondo y en serio.
Igualdad absoluta ante la ley, igualdad de oportunidades educativas, igualdad en el acceso al mercado laboral, igualdad de sueldos, igualdad total y absoluta de derechos y deberes en todos los ámbitos. ¡Claro que sí! Igualdad hasta el punto de que ese invento de la paridad resulte insultante para la mujer, porque lo es.
A esa lucha sí me apunto. Pero manipular el lenguaje, hasta hacerlo farragoso e incluso difícilmente legible en aras de una supuesta visibilidad de la mujer, me parece superficial, inculto, incluso ofensivo para la propia mujer, como la maldita paridad. Ofende a las niñas tener que decir niños y niñas.
A veces pienso que estamos enmascarando el profundo machismo, demasiado arraigado aún en nuestra sociedad, con esta pantomima absurda de padres y madres, niños y niñas, ciudadanos y ciudadanas, jueces y juezas… No es lo mismo género que sexo. Y no atenta contra la mujer el masculino genérico que engloba ambos sexos.
            Lo repito, el problema, que existe, es más hondo y va por otros derroteros. Y, desde luego, tengo claro que no se conseguirá la igualdad real entre hombre y mujer rompiendo, de un modo tan simplón como ridículo, la extraordinaria, compleja y bellísima estructura de la lengua fraguada durante cientos de años. Este no es el camino. Además es peligroso, porque nos hace creer que vamos avanzando. Y no.
Acudiendo al refranero, como haría el bueno de Sancho Panza, una vez más cogemos el rábano por las hojas, y encima estamos orgullosos de hacerlo. Comeremos hojas de rábano. Y también podríamos decir que el hábito no hace al monje. Un monje vestido de lagarterana seguirá siendo monje.
Como ya he dicho, la RAE, en su web, en la sección consultas lingüísticas, preguntas frecuentes, dice “este tipo de desdoblamientos son artificiosos e innecesarios desde el punto de vista lingüístico”.
Pero es que, en esta, como en otras cuestiones, no ha prevalecido el punto de vista lingüístico, que para mí es el único legitimo en este terreno, sino la tiranía de lo políticamente correcto y la superficialidad atroz que sustenta esa estéril forma de ver e interpretar la realidad. Y a este carro se han apuntado casi todos. No lo entiendo. O quizá  si, no sé.
Mirad el artículo completo de la RAE sobre este tema.

Este tipo de desdoblamientos son artificiosos e innecesarios desde el punto de vista lingüístico. En los sustantivos que designan seres animados existe la posibilidad del uso genérico del masculino para designar la clase, es decir, a todos los individuos de la especie, sin distinción de sexos: Todos los ciudadanos mayores de edad tienen derecho a voto.
La mención explícita del femenino solo se justifica cuando la oposición de sexos es relevante en el contexto: El desarrollo evolutivo es similar en los niños y las niñas de esa edad. La actual tendencia al desdoblamiento indiscriminado del sustantivo en su forma masculina y femenina va contra el principio de economía del lenguaje y se funda en razones extralingüísticas. Por tanto, deben evitarse estas repeticiones, que generan dificultades sintácticas y de concordancia, y complican innecesariamente la redacción y lectura de los textos.
El uso genérico del masculino se basa en su condición de término no marcado en la oposición masculino/femenino. Por ello, es incorrecto emplear el femenino para aludir conjuntamente a ambos sexos, con independencia del número de individuos de cada sexo que formen parte del conjunto. Así, los alumnos es la única forma correcta de referirse a un grupo mixto, aunque el número de alumnas sea superior al de alumnos varones.

Así debería ser, pero no es...

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