Hablaba estos
días con unos amigos, recordando tiempos pasados, qué diferentes eran antes las
cosas a como lo son ahora. Y concluíamos
que no nos gusta lo que pasa, lo que vemos. Pensábamos también que quizá
es que somos ya mayores.
La cuestión
era la siguiente. Siendo ellos chiquillos de trece, catorce, quince años, tuvieron
la oportunidad de venir conmigo a Pirineos, cuando yo era un joven poco mayor
que ellos y los Pirineos eran aún tierra libre. Cuando acampábamos donde
queríamos, hacíamos fuego por las noches, no veíamos durante días un alma, y
además no había móviles. Entonces nadie sabía de nosotros hasta que, al bajar
de vez en cuando al pueblo, íbamos a la cabina.
Y todos coincidían
en que fueron felices y se sintieron libres, y que aquellas experiencias no
sólo son ya inolvidables, sino que además marcaron de algún modo sus vidas. Eso
me decían.
Pero también
decían que ellos no dejarían a sus hijos, ahora de esas edades, hacer lo
que sus padres les dejaron hacer a ellos. Y aquí está la cuestión ¿Qué ha
pasado? ¿Qué nos ha pasado?
Sí, las cosas
no son lo que eran, pero es que, además, no nos pareció que ahora fueran
mejores. Y desde luego, ni intentamos analizar las causas. Abrimos las puertas
a la nostalgia.
Y quedó la pregunta en el aire limpio del valle de
Benasque, donde antaño, en plena juventud, fuimos libres y felices. ¿Qué ha pasado?
Valle de Remuñe, con la pleta del covacho, donde tantas noches pasamos, cuando se podía... |
El covacho, lugar entrañable e inolvidable. |
Otra vista de la pleta, del valle de Remuñe, donde fuimos libres y felices. |
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