En la mañana caliente de este verano excesivo,
buscaba algo de fresco junto a una poza, en un rincón perdido y aún verde de la
sierra. Reparé entonces en esa flor de adelfa flotando en la superficie verde
esmeralda del agua, en la que se reflejaba el arbusto del que se había
desprendido.
Me pareció un cuadro bonito, digno de contemplación.
Y sentado a la sombra, contemplé. Contemplé cómo se movía llevada por la imperceptible corriente, arroyo abajo, hacia unas cascadas...
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