Tristeza.
Inmensa tristeza. Silencio. Una vez más, silencio. Silencio y unidad ante el
terror. Y una oración. Hoy, nada más.
El Señor es mi pastor, nada
me falta.
En prados de hierba fresca
me hace reposar,
me conduce junto a fuentes
tranquilas
y repara mis fuerzas.
Me guía por el camino justo,
haciendo honor a su Nombre.
Aunque pase por valles
oscuros,
ningún mal temeré,
porque Tú estás conmigo.
Tu vara y tu cayado me
sosiegan.
Me preparas un banquete
frente a mis enemigos,
perfumas con ungüento mi
cabeza
y mi copa rebosa.
Tu amor y tu bondad me
acompañan
todos los días de mi vida;
y habitaré en la casa del
Señor
por años sin término.
No hay comentarios:
Publicar un comentario