![]() |
Cuando miro atrás, ya me siento un poco "dinosaurio"... |
Hace unos días, un antiguo alumno me pidió por
facebook que escribiera algo en el blog sobre aquellos tiempos, cada vez más
lejanos, en que él venía al cole y que recordaba con cariño.
Con mucho gusto lo haría, ya que me gusta escribir y
a estas alturas de mi vida, recordar, pero eso requiere tiempo y de tiempo
precisamente ando escaso. Sin embargo, como quiero responderte, Jaime, de
momento voy a reproducir para ti y para quien quiera leerlo, un texto que ya publiqué
el 27 de noviembre de 2013, como respuesta a unas bonitas palabras que me
escribió un maestro que, hacía ya tiempo, había sido alumno mío.
Ahí va.
Esperaba tener más tiempo para, como te prometí,
escribir algo en respuesta a esas palabras que me dedicaste en el “face book”.
Pienso que es lo menos que podía hacer. Pero resulta que hoy es el día del
maestro, y he pensado que es la ocasión adecuada para hacerlo porque, Salva,
hoy es nuestro día. Ahora no somos maestro y alumno, somos maestros los dos. Es
nuestro día. De maestro a maestro.
Y lo que quiero decirte es básicamente una cosa. Que
esas palabras que escribiste en tu casa, allá en Ibiza, en la tranquilidad de
la noche, bien podría haberlas escrito yo pero en sentido inverso.
Podría escribir "mis queridos alumnos" y
sería verdad, de hecho lo es. Podría recordar, y lo hago muchas veces, esos
momentos de mi juventud y vuestra infancia pasados juntos en clase dando
lengua, o “reli”, o en el patio haciendo gimnasia, o saltando entre algarrobos,
con cariño y nostalgia, como los recuerdas tú. Podría recordar una y mil
palabras, confidencias, historias que compartisteis conmigo y que no olvidaré
nunca.
Lo que quiero decirte Salva es que, si tú dices que
yo dejé huella en ti, como en otros, no dejasteis menos huella vosotros en mí.
Que si aprendisteis de mí, no menos aprendí yo de vosotros. Que si ahora
recuerdas, recordáis, con cariño y nostalgia aquellos lejanos tiempos, yo
también los recuerdo como algo muy entrañable.
Porque esto justamente es la educación, pienso. No es
yo te doy y tú recibes. Eso, en todo caso, sería instrucción. Educación es
caminar juntos, maestro y alumnos, haciéndonos personas mutuamente. Es que los
alumnos beban del maestro y el maestro de sus alumnos. Que se apoyen
mutuamente.
Y esto no son palabras bonitas. No. Creo firmemente
que nosotros vivimos esta hermosa experiencia de caminar juntos. Y doy muchas
gracias a Dios de que esta experiencia la haya podido seguir viviendo a lo
largo de más de treinta años.
Sólo me queda una espinita clavada. Toda esa gente a
la que, por un motivo o por otro, nunca pude llegar, esa gente con la que no
pude caminar, o con la que caminé y un día perdí. Esa gente de la que no pude
aprender todo lo que hubiera querido y a la que no pude enseñar todo lo que
podía haber enseñado. Pienso que esto es inevitable. Pero a todos, unos y
otros, les deseo una vida plena y feliz.
Y ahora, cuando la palabra jubilación empieza a ser
algo más que una palabra, mirando atrás, veo que el trabajo al que he dedicado
toda mi vida ha tenido y sigue teniendo sentido. Aunque las leyes sean
absurdas, el sistema educativo caótico, la educación esté vergonzosamente
politizada y la sociedad nos declare culpables de todo lo que les pase a los
niños mientras no se demuestre lo contrario, aunque pase todo esto y más,
cuando estoy en mi aula cara a cara con mis alumnos, entonces y sólo entonces
cobra todo nuevamente sentido. Sólo entonces, Salva.
Ellos me siguen salvando del abismo de pensar que eso
a lo que he dedicado la vida no tiene ni pies ni cabeza. ¿Ves como seguís
dándome más de lo que yo os puedo dar? Y tú, con la bonita carta que me
escribiste el otro día, te unes a ellos, a tantos con los que he caminado estos
treinta años. Y a los de ahora que, cuando acabo la clase, a veces, me dicen
"¿ya te vas?"; o a este chavalillo que el día antes de las vacaciones
me dijo "te echaré de menos estas Navidades"; o a aquella niña que me
preguntó antes de subir al autobús, tras las convivencias "¿por qué nos
hemos de ir? ¡Estamos tan bien aquí! “
Pues eso, Salva. Por tus recuerdos, por tus palabras
que son presencia reconfortante, muchas gracias. Y un consejo: amárrate a tus
alumnos, apóyate en ellos. En ellos está la única fuerza capaz de dar sentido a
una profesión hoy imposible. Ellos la convierten cada día en vocación y le dan
pleno sentido.
¡Feliz día del maestro!
Tu amigo Jesús.
No hay comentarios:
Publicar un comentario