Querida Mª José:
Amiga primero,
cuñada después y compañera, sin dejar de ser amiga de toda la vida, para ti
estas palabras en el día de tu jubilación.
Me has
dicho esta mañana que aunque querías jubilarte te daba pena. Sí, así es.
También me pasó a mí, va a hacer tres años muy pronto. Es ciertamente una
sensación agridulce esta de la jubilación, al menos, por lo que veo, en nuestro
caso. Y seguirá siéndolo, porque creo que tú puedes decirlo como yo, echarás de
menos a los compañeros, a los alumnos y a los padres. Siempre.
A los
compañeros porque durante muchos años han remado contigo en la misma barca;
porque has trabajado duro, has sufrido y has gozado con ellos. Con unos con más
intimidad que otros, es normal en un colegio grande, pero te has sabido, día a
día, siempre entre ellos. Y ahora quedan atrás en el tiempo.
A los
alumnos, porque han sido la razón de ser de tu trabajo, el sentido de tu
vocación. Les has dado mucho, conocimientos, sí, pero sobre todo mucho tiempo,
mucha entrega, mucha preocupación. Pero ellos también te han dado mucho. ¿A que
sí? Su vida joven se transmite, más allá de las palabras, a los que hemos
vivido entre ellos, retrasando de un modo misterioso los estragos naturales del
paso del tiempo. Y ahora también quedan atrás, aunque tú, con tus cinco nietos,
seguirás teniendo ese aire fresco de las vidas nuevas.
A los
padres que animan, apoyan, comprenden y disculpan los fallos que como humanos
tenemos. A esos padres que se fían de ti y que se entregan, como mejor pueden y
saben, a sus hijos, tus alumnos. Que te piden ayuda, con humildad, cuando la
necesitan, y te brindan la suya. Que te hacen saber que están contigo.
Lo que
ya sabrás que no vas a echar de menos es toda la inmensa hojarasca inútil con
la que ahogan las autoridades educativas; el dolor en los niños causado por
algunos padres y su desconfianza y falta de colaboración; el desprecio, oculto
pero real, de esta sociedad hacia los docentes; la inmunda manipulación del
sistema educativo por parte de los políticos…
De
todo esto te libras, y eso es muy, muy bueno. Y además recobras el tiempo,
tiempo para ti, para los tuyos. Esta es la parte dulce de la jubilación.
Y
también es y será bueno el recuerdo de tu último día de clase, de todo lo que
alumnos, compañeros y familia han hecho para que te resulte inolvidable. Y
pasará el tiempo y los recuerdos de todo lo bueno vivido en el cole, irá
borrando los malos ratos, lo feo, lo triste. El tiempo hace brillar más la luz
que va extendiéndose lenta y suavemente sobre las tinieblas. Y eso es bonito. Y
es lo que ha de ser.
Así
pues, querida Mª José, que tengas una larga y feliz jubilación, y que esa pena
que te daba jubilarte se convierta, poco a poco, en dulce nostalgia de tu vida
de maestra, mientras gozas de la nueva vida que empiezas hoy.
Un
beso muy grande de,
Isabel
y Jesús.
Me sumo al gran beso de mis compañeros a tí, compañera y amiga.
ResponderEliminarAunque no sé quién eres le daré un beso de tu parte a Mª José.
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