Si
acudimos a la RAE buscando la palabra personaje nos dice en su primera acepción:
1. m.
Persona de distinción, calidad o representación en la vida pública.
Y si
lo hacemos con histórico, también en su primera acepción:
1.
adj. Perteneciente o relativo a la historia.
Así
pues podemos concluir que un personaje histórico es una persona que ha entrado
en la historia por el impacto que ha tenido sobre ella. Una persona que será
recordada y estudiada en siglos venideros.
En
ningún momento esta expresión tiene un sentido ni positivo ni negativo. Hay
personajes históricos que son recordados como grandes benefactores, otros como
auténticos monstruos, y otros, según opiniones. De hecho todo personaje
histórico tiene sus defensores y sus detractores.
El atribuir a las palabras personaje histórico
connotaciones positivas es no saber hablar con rigor, pues de ninguna manera se
puede extraer de esas palabras nada más que el hecho de estar hablando de una
persona cuya vida y acciones tuvieron consecuencias importantes, para bien o
para mal, en la historia. De hecho, a todos ellos se les estudia en los
colegios, institutos y universidades. A los dictadores también. Por algo será.
Y
además, si para tener la categoría de personaje histórico presupusiéramos que
se tiene que ser “bueno”, no sería posible ponernos de acuerdo sobre quién
alcanza dicha categoría; dependería del régimen de turno, lo que implicaría un
subjetivismo en la historia mayor que el que ya tiene, y las manos libres de
los distintos regímenes para manipular a la sociedad.
¿Será
esto lo que hay detrás de este ridículo escándalo?
Jesucristo,
Mahoma, Colón, Julio César, Alejandro Magno, Cervantes, Miguel Ángel, Einstein,
Hitler, Lenin, Marx, Newton, Gandhi, Pasteur, Galileo, Mozart, Stalin,
Gorbachov, Aristóteles, Freud, Napoleón, Azaña, Hernán Cortés, san Agustín,
Copérnico, Edison…
Políticos,
militares, artistas, científicos, filósofos, religiosos que han pasado a la
historia porque su impacto sobre la sociedad y el devenir del tiempo ha sido y
es relevante o muy relevante a un nivel más o menos local y a menudo,
universal.
Cuál
ha sido mi sorpresa al ver la polvareda que se ha montado porque una "consellera" valenciana dijo públicamente que Franco es un personaje histórico. Y según creo
no dijo más de él; eso, que era un personaje histórico. Desconozco el contexto
en el que lo dijo, pero creo no añadiría nada al dato que ha provocado el
escándalo mediático: el hecho de lo que dijo, de que definió a Franco con esas
dos palabras.
Y ante
tal tropelía empiezan a ondear al viento vestiduras rasgadas, gritos de
dimisión, e indignadísimas declaraciones. Y a mí, tras la estupefacción, me
entra la vergüenza ajena al contemplar el patético espectáculo de una izquierda
(así se autodenomina) que con numeritos como este, muestra, aparte de una
pavorosa incultura, la contradicción que supone decir que no es un personaje
histórico alguien que marcó la historia de España en el siglo pasado hasta el
punto de que ni ellos mismos son capaces de superar su presencia en ella, lo
que, por otra parte, les ha reportado pingües beneficios en forma de votos, y
sigue haciéndolo.
Decir
que Franco es un personaje histórico es como decir que la tierra es redonda. Es
un hecho y nada más. Ni lo alaba ni lo denosta. Tanto Gandhi como Hitler son
personajes históricos. Que a Franco lo veamos como a un monstruo o como a un
héroe es cosa de cada cual, y lo manifestará o no según lo libre que se sienta
en cada momento y en cada lugar. Pero que marcó la historia de esta España
nuestra, es innegable.
De
verdad, me da mucha pena y una considerable dosis de miedo, escuchar las tonterías
que han dicho estos días a propósito de esto, personas que de algún modo,
dirigen nuestras vidas y haciendas.
64 litros en 224 días.
No hay comentarios:
Publicar un comentario