Primero
incredulidad, estupefacción; después el shock, y luego una tristeza que te deja
un sabor muy amargo, que viene y va como una ola negra, cuando van actualizando
el número de muertos, cuando los quehaceres diarios no tienen la fuerza
suficiente para ayudarte a olvidar, aunque sea un momento, tanto dolor.
Pero
junto a esto brillan cientos de historias de solidaridad, de humanidad, de
grandeza moral. Gente jugándose la vida por desconocidos, ayudándose entre
ellos de mil formas, mientras los
equipos de rescate, la UME, la Guardia Civil, la policía, protección civil se
entregan hasta la extenuación. Camioneros intentando abastecer los
supermercados, forenses interrumpiendo sus vacaciones y trabajando a destajo,
técnicos intentando mantener la electricidad, el agua, el teléfono, internet,
ciudadanos anónimos colaborando con lo que tienen, sus tractores, ropa, comida,
su sangre como donantes… Y tantos más que me dejaré en el tintero pero que
están ahí, plantando cara a la tragedia.
También,
lamentablemente, y como siempre, sinvergüenzas saqueando, imbéciles inventando
bulos, solo para divertirse, haciéndolos
correr por las redes para asustar más todavía, para que el dolor sea más grande
y el miedo más angustioso. Mala gente que, como diría Machado, camina y va
apestando la tierra.
Pero
no son estos los que más me duelen. Esta mañana, en El País digital, un titular
me ha producido un asco inmenso, y una rabia difícil de contener. No lo
recuerdo textual, pero venía a decir que el Gobierno Central sabía lo que había
que hacer ante la situación pero no intervino por no interferir en las
competencias de la Generalitat Valenciana. Enseguida he pensado, ¿no sería más
importante proteger a la población que tener problemas entre instituciones? Y
después, ya han abierto el proceso de acoso y derribo del adversario político.
Y del
mismo modo me ha dado también mucha rabia que el sr. Núñez Feijóo, reproche en
estos momentos al Gobierno que no le han informado de nada. No era necesario,
porque es de todos conocidos que el sr. Sánchez no cuenta para nada con la
oposición aunque representa, al menos, a la mitad de los ciudadanos. Eso no tocaba ahora.
No es
el momento de cacerías políticas. ¡Por Dios, aún siguen rescatando cadáveres,
personas que el martes por la mañana vivían entre nosotros ajenos a los que se
les avecinaba!
Hay
otra forma de hacer política. Es posible hacerlo de otra forma. La visita
obligada a Valencia, hacerla juntos, Sánchez y Feijóo. Y juntos reunirse con
las autoridades valencianas, y juntos informarse, y juntos iniciar un proceso
para depurar responsabilidades, si las hay, y para mejorar los sistemas de
vigilancia y alertas ante este tipo de catástrofes.
No se
puede, no se debe, hacer política, buscar rendimiento político sobre el dolor y
el sufrimiento de los ciudadanos. Es inmoral y repugnante rentabilizar la
muerte para obtener votos.
Y
lamentablemente esto es lo que vamos a ver. No han esperado. Hay prisa. Esta
catástrofe puede serles muy útil.
Sí, me
da asco, mucho asco. Y mucha pena.
Me
quedo con la gente que se ha jugado la vida por los demás, con los que siguen
trabajando sin descanso, con los que aguantan como pueden escenas terribles,
con los que han sido, son y serán héroes que nunca nadie conocerá.