Así se está regando hoy todo el norte de España, una vez más. De oeste a este. |
Me
resulta desolador ver cómo vuelve a repetirse el patrón que el año pasado nos
llevó a la aberración que supone recoger tan solo cuatro litros en los meses de
octubre, noviembre y diciembre.
Lo que
ocurre es que en septiembre llovió bien, pero este año ni eso. Sobre una sequía
extrema sigue sin llover, las temperaturas no bajan como deberían y los vientos
secos y calientes vuelven a hacerse los protagonistas.
Ver
cómo las precipitaciones entran casi siempre del oeste y nos pasan por el norte
o por el sur, y cuando vienen del mar, pocas veces, no pasan de la costa, es
irritante y como ya he dicho, desolador.
Necesitamos
el agua, un agua que no viene, y que ni a corto, ni a medio ni a largo plazo se
ve por ninguna parte. Lloverá, está lloviendo mucho, muchísimo en casi todas
partes, menos aquí, en la tierra que envuelve el golfo de Valencia. En el
Pirineo, por ejemplo, hay lugares donde han caído en lo que llevamos de año,
3500 litros, y sigue. Y en Cataluña, donde tanto se quejaban de la sequía,
lleva tiempo lloviendo, y también sigue.
Pero
en nuestros pueblos y ciudades la gran mayoría no se entera, o si se enteran les
da igual. El monte vuelve a estar seco, muy seco, las plantas se mueren, los pinos
se secan; olivos, olivos centenarios, algarrobos, vides, empezarán a morir si
no llueve mucho y ya. Y el fuego, aun en otoño, sigue siendo una amenaza real.
La semana pasada estuvo a punto de arder una de las zonas más hermosas de la
sierra Calderona.
¿Se
acabará esto algún día, o es el principio del fin del ecosistema mediterráneo
en esta parte del mundo?
235 litros en 386 días. |
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