Ayer, a las 22 horas y 44 minutos, se acabó un verano
que aunque parece no querer irse, tiene los días contados. La nueva estación ya
está aquí; en nuestros montes ya se nota, poco, pero se nota.
Con estas fotos del último plenilunio antes del
equinoccio, hechas en nuestras montañas, muy cerquita de casa, os deseo un
feliz otoño.
La última luna llena del verano, grande y redonda, se
elevaba entre los pinos, por el este, mientras el crepúsculo nos regalaba un
deslumbrante ocaso “todo empurpurado, herido por sus propios cristales, que le
hacen sangre por doquiera”, como dice Juan Ramón Jiménez en el capítulo de Platero y yo titulado Paisaje grana.
Disfrutad de las fotos y del texto en este comienzo
del otoño.
|
Al oeste el cielo "empupurado, herido de sus propios cristales", desde la Rodana Grande. |
|
El cielo retiene la luz mientras el pinar se sume en la noche. |
|
La luna llena surge de entre las brumas de levante. |
|
Pronto, grande, redonda, rojiza se hace dueña del cielo. |
|
Regresando, el camino baja al fondo de un barranco y pierdo la luna, pero pronto vuelve a aparecer entre los pinos.
La cumbre. Ahí está el ocaso, todo empurpurado,
herido por sus propios cristales, que le hacen sangre por doquiera. A su
esplendor, el pinar verde se agria, vagamente enrojecido; y las hierbas y las
florecillas, encendidas y transparentes, embalsaman el instante sereno de una
esencia mojada, penetrante y luminosa.
Yo me quedo extasiado en el crepúsculo. Platero,
granas de ocaso sus ojos negros, se va, manso, a un charquero de aguas de
carmín, de rosa, de violeta; hunde suavemente su boca en los espejos, que
parece que se hacen líquidos al tocarlos él; y hay por su enorme garganta como
un pasar profuso de umbrías aguas de sangre.
El paraje es conocido, pero el momento lo trastorna y
lo hace extraño, ruinoso y monumental. Se dijera, a cada instante, que vamos a
descubrir un palacio abandonado... La tarde se prolonga más allá de sí misma, y
la hora, contagiada de eternidad, es infinita, pacífica, insondable...
- Anda, Platero...
Juan Ramón Jiménez
|
Hola Jesús, gracias por apreciar esto. La infinita belleza y verdad de este texto nos hermana más allá del tiempo y del espacio. Un saludo emocionado!
ResponderEliminarLa tarde se prolonga más allá de sí misma y la hora contagiada de eternidad, es infinita, pacífica, insondable...
-Anda, Platero...
Intensamente lo aprecio, y me alegra ver que otras personas también gozan de estos encuentros entre vida y literatura que hacen de la literatura vida y de la vida arte.
ResponderEliminar