El trabajo
bien hecho debe ser reconocido. Al menos a mí me gusta reconocerlo. Y eso es lo
que voy a hacer en estas líneas. Reconocer el trabajo que hacen en un barete
del Pirineo aragonés, en concreto en uno situado en Hecho, (posicionado dirían los que
hablan gilicastellano) llamado Subordán.
Es un pequeño
bar de pueblo, sin pretensiones de ninguna clase, limpio, aseado, acogedor. El
poco espacio del interior, cuando el tiempo lo permite, se amplía con una
terracita con sombrillas y separada de la calle por plantas.
Pues bueno, el
bar Subordán siempre está lleno. Siempre. ¿Y por qué? Pues porque lo hacen muy,
muy bien. La gente no es tonta.
El servicio es
rápido, cosa muy importante en hostelería, y amable sin zalamerías innecesarias
y la comida…¡ay la comida! Sencillamente exquisita. Tienen una cocina
increíble. Increíble de verdad.
Los buenísimos
creps de setas, las deliciosas croquetas caseras, las variadas y completas ensaladas,
los chipirones perfectos, unos buñuelos de patata y atún que quitan el hipo, el
hígado de ternasco, sencillamente maravilloso (el hígado es de las pocas
comidas que no me gusta, y que allí disfruto con auténtico deleite), las
manitas de cerdo de las que te comerías hasta los huesos, el jamón, bueno y
bien cortado, el extraordinario queso del valle, y la carne, la carne, ¡la
carne! En ningún sitio he probado el solomillo o el entrecot de ternera como
allí. Se parten con el tenedor, y el sabor, el sabor…no hay palabras humanas
que describan cómo está, sobre todo, el solomillo de ternera poco hecho. No las
hay. Luego los postres, la mayoría caseros, son punto y aparte, destacando unas
torrijas que, bueno, ¡qué torrijas Dios mío, qué torrijas!
Pues eso. Que
es “una pasada”. Ambiente acogedor y sencillo, sin gilipollez alguna; servicio
rápido y amable, sin servilismos irritantes; cocina que aúna cantidad y calidad
de modo asombrosamente equilibrado; buena cerveza; buenos vinos; buen café; y
como colofón, un precio que te deja más a gusto si cabe…¡jó, si no estuviera a 500 kilómetros !
Arturo, pones
el listón muy alto. ¡Cuántas veces, andando por esos bares de Dios y de los
hombres, nos acordamos de ti! Y los hay buenos. Pero es que vosotros lo hacéis
tan bien, tan rematadamente bien...
Gracias y
enhorabuena.
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