FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

domingo, 1 de septiembre de 2013

Bar Subordán. El trabajo bien hecho.


El trabajo bien hecho debe ser reconocido. Al menos a mí me gusta reconocerlo. Y eso es lo que voy a hacer en estas líneas. Reconocer el trabajo que hacen en un barete del Pirineo aragonés, en concreto en uno situado en Hecho, (posicionado dirían los que hablan gilicastellano)  llamado Subordán.
Es un pequeño bar de pueblo, sin pretensiones de ninguna clase, limpio, aseado, acogedor. El poco espacio del interior, cuando el tiempo lo permite, se amplía con una terracita con sombrillas y separada de la calle por plantas.
Pues bueno, el bar Subordán siempre está lleno. Siempre. ¿Y por qué? Pues porque lo hacen muy, muy bien. La gente no es tonta.
El servicio es rápido, cosa muy importante en hostelería, y amable sin zalamerías innecesarias y la comida…¡ay la comida! Sencillamente exquisita. Tienen una cocina increíble. Increíble de verdad.
Los buenísimos creps de setas, las deliciosas croquetas caseras, las variadas y completas ensaladas, los chipirones perfectos, unos buñuelos de patata y atún que quitan el hipo, el hígado de ternasco, sencillamente maravilloso (el hígado es de las pocas comidas que no me gusta, y que allí disfruto con auténtico deleite), las manitas de cerdo de las que te comerías hasta los huesos, el jamón, bueno y bien cortado, el extraordinario queso del valle, y la carne, la carne, ¡la carne! En ningún sitio he probado el solomillo o el entrecot de ternera como allí. Se parten con el tenedor, y el sabor, el sabor…no hay palabras humanas que describan cómo está, sobre todo, el solomillo de ternera poco hecho. No las hay. Luego los postres, la mayoría caseros, son punto y aparte, destacando unas torrijas que, bueno, ¡qué torrijas Dios mío, qué torrijas!
Pues eso. Que es “una pasada”. Ambiente acogedor y sencillo, sin gilipollez alguna; servicio rápido y amable, sin servilismos irritantes; cocina que aúna cantidad y calidad de modo asombrosamente equilibrado; buena cerveza; buenos vinos; buen café; y como colofón, un precio que te deja más a gusto si cabe…¡jó, si no estuviera a 500 kilómetros!
Arturo, pones el listón muy alto. ¡Cuántas veces, andando por esos bares de Dios y de los hombres, nos acordamos de ti! Y los hay buenos. Pero es que vosotros lo hacéis tan bien, tan rematadamente bien...

Gracias y enhorabuena.

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