Intentando
motivar hoy a mis alumnos para un trabajo que han de hacer sobre las rimas de
Bécquer, entre otras, hemos estudiado ésta que dice:
Asomaba a sus ojos una lágrima
y a mis labios una frase de
perdón;
habló el orgullo y se enjugó
su llanto
y la frase en mis labios
expiró.
Yo voy por un camino, ella por
otro;
pero al pensar en nuestro
mutuo amor,
yo digo aún: «¿Por qué callé
aquel día?»
Y ella dirá: «¿Por qué no
lloré yo?»
Preciosa,
redonda, perfecta, pero sobre todo profundamente humana. Porque este poema no
habla sólo del desamor entre un hombre y una mujer, que también, sino va mucho
más allá, porque explica maravillosamente tantos y tantos desencuentros entre
amigos, familia, compañeros…
Cierto
que Bécquer es un romántico, yo diría "el romántico", y que es posible que cuando
escribió estas bellísimas palabras estuviera sólo pensando en el amor de una
pareja roto por el orgullo.
O
quizá no, quizá se diera cuenta también de que estaba hablando del orgullo, la
vanidad, la soberbia como los grandes enemigos del amor, de cualquier forma de amor.
Y la
consecuencia, al paso del tiempo, es que “Yo voy por un camino, ella por otro”,
cuando juntos quizá hubiéramos sido más felices, nos habría ido mejor, habríamos
podido llegar más lejos, mucho más lejos. Quizá.
Leed
el poema desde esta perspectiva, y pensad qué fácil es caer en el triste error
en que cayeron aquella mujer que se tragó su llanto, y aquel hombre que se
mordió la lengua.
¡Ojalá mis alumnos la entiendan!
¡Ojalá mis alumnos la entiendan!
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