Me
gustan especialmente las lecturas de este domingo porque me dan esperanza y me
indican el camino de un modo claro y rotundo. Son además unas lecturas
bellísimas, algunas de cuyas frases aprendí de memoria cuando era casi un niño,
y cuyo eco, muchas veces, ha acudido a mí actuando como un bálsamo y como un
acicate para seguir caminando sabiendo cómo y hacia dónde.
Aquí
están. No las voy a comentar. Sólo destacaré en negrita lo que creo que es su
esencia, su mensaje más claro y profundo. Esas frases que me sé de memoria.
LA
ESPERANZA
Yo,
Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera
tierra han pasado, y el mar ya no existe. Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén,
que descendía del cielo, enviada por Dios, arreglada como una novia que se
adorna para su esposo. Y escuché una voz potente que decía desde el trono:
«Ésta es la morada de Dios con los hombres: acamparé entre ellos. Ellos serán
su pueblo, y Dios estará con ellos y será su Dios. Enjugará las lágrimas de sus
ojos. Ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor. Porque el primer mundo
ha pasado.» Y el que estaba sentado en el trono dijo: «Todo lo hago nuevo.»
Ap. 21,1-5a
EL
CAMINO
Cuando
salió Judas del cenáculo, dijo Jesús: «Ahora es glorificado el Hijo del hombre,
y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo
glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. Hijos míos, me queda poco de
estar con vosotros. Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros;
como yo os he amado, amaos también entre vosotros. La señal por la que
conocerán todos que sois discípulos míos será que os amáis unos a otros.»
Jn. 13,31-33a.34-35
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