Era la
de ayer una tarde parda de primavera, de esas que te invitan a una larga y
sosegada sobremesa, a una película en el sofá, o incluso a la siesta, si eres
aficionado a tan castiza costumbre. Pero nos echamos al monte, a disfrutar de
la primavera.
¡Qué
bonito está pese a lo poco que llueve! ¡Cómo estaría si lloviera como
Dios manda! Pero no nos lamentemos por lo que no es y alegrémonos por lo que
tenemos.
El
recorrido en coche por la Serranía no fue muy largo, pero fue precioso.
Soledad, silencio, amplios panoramas, flores, pinares, un cielo caótico,
oscuro, impresionante, y…agua. Sí señor, nos llovió. ¡Qué gozo conducir bajo
la lluvia por estos montes, por estos campos nuestros, abrir la ventanilla para oler a tierra
mojada, a tomillo, a romero, pasear bajo el paraguas oyendo el blando rumor de
la lluvia…!
A
continuación tenéis algunas fotos de lo que fue una tarde deliciosa.
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Las malvas están ahora en plena floración. |
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El tomillo es una fiesta de flores. Y el aroma... |
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De vez en cuando, los lirios pintan el suelo de un suave blanco azulado, |
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o de un azul intenso precioso. |
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Y las jaras, delicadas como papel de seda, cubren laderas enteras. |
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Estaba muy oscuro, llovía. Hacia el este aún llovía más. ¡Qué bien! |
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Llegando a Benageber, los cereales y las vides pintaban cuadros armoniosos y relajantes. |
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Y el pueblo, visto desde el mirador próximo, era la imagen misma de la serenidad. Sonaron las campanas y... |
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Las higueras se suman a la fiesta de la vida. ¡Qué verde más bonito el de un brote de higuera. |
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Ya de regreso, el embalse de Benagéber reflejaba el cielo de la tarde. |
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El sol, asomando entre nubes iluminó Chelva, que parecía brillar sobre el cielo gris. |
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