A la
falta de tiempo para dedicarle al blog que he tenido últimamente, se ha añadido
la sucesión de acontecimientos que tanto a nivel nacional como internacional me
están, al menos a mí, desbordando. Y como necesito tiempo para pensar, pues
sólo escribo si antes pienso lo que escribo, he dejado de escribir.
Así que para volver a hacerlo no sé por dónde empezar, por lo que lo haré hablando de la buena
noticia que suponen los quince litros caídos entre viernes y sábado y la
perspectiva de un inicio de marzo también lluvioso.
Entre
otras muchas cosas nos hace falta agua. La sequía es un mal añadido a otros
males con los que estos tiempos nos están golpeando. Un mal contra el que poco
o nada podemos hacer.
No así
las turbulencias políticas en nuestro país y la absurda y terrible guerra en
Ucrania; de momento en Ucrania. Esto sí es responsabilidad nuestra. Esto sí es
fruto del mal que bajo mil caras trae dolor y sufrimiento.
Pero
no quiero hoy seguir por este camino. Me quedo con la buena noticia de los
quince litros. Poca cosa, insignificante, un puntito de luz entre tanta
oscuridad.
Y hay
más, hay más puntos de luz, por impenetrable que sea la oscuridad, los hay. Y
los necesitamos.
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