FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

martes, 1 de febrero de 2022

Hay que ser mala persona.


 

A todos, la puñetera pandemia nos ha afectado y nos sigue afectando de muy diferentes formas. Una de ellas ha sido el acceso a bares y restaurantes. El ir a tomarte con los amigos una cervecita con unas bravas al bar, o quedar a comer o a cenar en un restaurante por el motivo que sea, son placeres que le dan un agradable saborcillo a la vida, y mucho más.

Porque bien para celebrar cuando el viento sopla a favor, o para despejarnos cuando arrecia la tormenta, la hostelería tiene, además de ser algo agradable, una importante función terapéutica tanto a nivel personal como social.

Siempre he estado agradecido a toda esta gente que, aparte de “alimentarme” me dan mucho más que eso con su trabajo, no siempre fácil; y en estos tiempos, particularmente difícil. Por eso intento siempre tratarles con respeto e intentar ponerme en su lugar cuando algo no sale como esperabas que saliera.

Pero como hay gente para todo, también hay mala gente. El otro día preguntábamos al dueño de un restaurante, al que vamos con relativa frecuencia, que cómo le iban las cosas. Está siendo duro, difícil, largo, pero aguantamos. Seguimos aguantando, decía, con el cansancio grabado en los ojos.

Pero lo que más molesta es que hay gente que no ayuda. Reservan y luego no vienen y no avisan. Y cuando les llamas para ver qué pasa, a veces, oyes por el teléfono que están en otro sitio. ¡Ay, se me ha olvidado avisar! Es la máxima disculpa, si te la dan. A menudo ni cogen el teléfono.

¿Pero esto pasa mucho? Más de lo que os imagináis, nos dijo. Más de lo que os imagináis. Hay que ser mala persona, hay que ser cabrón, dije.

Sí, cabrón; permitidme el insulto. Porque una cosa es que surja un imprevisto, o que la situación epidemiológica nos asuste y cambiemos de planes, cosa que se entiende, y cancelemos una reserva con la mayor antelación posible, y otra que, sea cual sea la causa, ni siquiera avisemos.

Hay que ser mala persona. Es no ser capaces de ponerse, ni de lejos, en lugar del otro. Es despreciar todo el trabajo que está detrás de ese plato que te sirven en el bar o en el restaurante. Despreciar el trabajo y despreciar a quien lo hace.

Yo no lo entiendo. No entiendo cómo se puede actuar así, y más, sabiendo como sabemos, lo mal que lo han pasado en la hostelería y la importante función que cumple, como ya he dicho, tanto en lo personal como en lo social. Aunque igual esta gente no lo sabe porque no son capaces de ver más allá de sus propias narices.

Esperemos que vengan tiempos mejores. Que algún día podamos mirar el futuro con menos incertidumbre, y que ir de bares y restaurantes, aunque no estemos al aire libre, vuelva a ser como era antes. Y que toda esta gente que nos hace la vida más plácida y llevadera, disfrute de un largo, largo período de tranquilidad y seguridad. Y que el daño que haga la mala gente duela menos porque todo vaya mejor.

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