Me
trasmitía un día de estos un amigo, muy joven, su preocupación y desazón por
los excesos y despropósitos del feminismo radical que flaco favor está haciendo
a tan noble causa. Así lo veía él; teniendo razón en principio se pasan tres
pueblos, o cuatro o cinco…, me decía.
Siempre
que hablo en serio con gente, y más si es joven, intento dar esperanza y
herramientas para que puedan mantenerla. Y en este caso vino en mi ayuda, como
tantas veces, la filosofía.
Enfoqué
el asunto de este modo. La sociedad y las ideas que la impulsan, evolucionan de
un modo dialéctico. Es decir, a una determinada situación social a la que vamos
a llamar tesis, con el tiempo se le contrapone otra a la que llamaremos
antítesis, y del enfrentamiento entre ambas surge la síntesis que recoge lo
bueno de la una y de la otra. Y esta síntesis, a lo largo de los años se
convertirá en tesis a la que se le opondrá otra antítesis, y así sucesivamente.
Y el
progreso real no está ni en la tesis ni en la antítesis, sino en la síntesis
que con el paso del tiempo, cuando se vaya “agotando”, se convertirá, como
hemos dicho, en tesis a la que se le opondrá una nueva antítesis.
Es
importante destacar el hecho de que quienes se identifican con la antítesis
están convencidos de ser ellos quienes evolucionan frente al inmovilismo de
quienes se sitúan en la tesis. Se creen que son el progreso, pero es una
apreciación subjetiva y falsa, pues el verdadero progreso estará en la síntesis
cuando la sociedad sea capaz de superar el enfrentamiento y dar a luz un
estadio superior. La síntesis siempre tiene más verdad que la tesis y la
antítesis.
Este
planteamiento teórico puede resultar reconfortante y esperanzador. Ante una
sociedad con la absoluta supremacía del varón, machista la llaman, (tesis) se
levanta otra que, buscando la igualdad, se sitúa en el otro extremo, lo que en
la práctica supone la absoluta supremacía de la mujer (antítesis). En esa tensión
madura la síntesis que habrá de dar a luz una sociedad donde varón y mujer
vivan, de verdad, en absoluta igualdad.
Ahora,
le decía yo a mi amigo, estamos en esa situación. El feminismo, buscando
afanosamente romper con todo lo que parezca o pueda parecer machismo, se
radicaliza cayendo en extremos a menudo ridículos, a veces peligrosos,
provocando lamentables daños colaterales y respuestas también lamentables.
Y por
supuesto, están convencidos que son el progreso.
La
síntesis llegará, gozaremos del verdadero progreso. Y recordaremos con humor
los muchos excesos ridículos, y con tristeza los errores cometidos y a las
víctimas. Pero ahora es tiempo de excesos y desacatos, excesos y desacatos que
mezquinos intereses políticos alargarán todo lo posible; pero todo tiene su
tiempo bajo el sol.
Mi
amigo es joven, y creo que vivirá en una sociedad donde de verdad hombres y
mujeres convivan en igualdad y armonía. Y así se lo hice saber. Pero de momento
aún suenan tambores de guerra. Estamos lejos de la síntesis; es el tiempo de la
antítesis, la tesis va quedando atrás.
NOTA:
Uno de los filósofos que trata más a fondo el tema de la evolución dialéctica
es el alemán Hegel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario