El
martes, 12 de abril, publiqué una entrada sobre esa vecina que sacude sus
toallas y no sé qué más, sobre mi terraza. Podéis leerla.
Pues
bien, hoy la he vuelto a “pillar”, y a raíz de eso lanzo una pregunta al aire
por si alguien me la puede contestar.
Estaba
de nuevo leyendo en la terraza, bajo mismo de la suya, cuando oigo el
inequívoco sonido de ropa “ondeando” al viento. Miro hacia arriba, y allí
estaba ella, sacudiendo unas toallas o alfombras, no sé. Pero esta vez no me he
callado y le he dicho algo así como, “hombre, eso no se hace, que estamos aquí”
Y lo he dicho sin gritar, creo que casi con suavidad.
La
sorprende respuesta de la señora ha sido, “si no le cae nada”, y ha seguido
sacudiendo esa toalla o alfombra y luego otra.
Podía
haberle preguntado, por ejemplo, que si no cae nada, para qué las sacude. O que
si no cae nada, y sacude por el misterioso placer de sacudir, ¿por qué no lo
hace en su terraza, o en la calle?
Pero
mis años en este planeta me han enseñado que con una persona que hace eso, y
contesta lo que me ha contestado, hablando no se llega a ningún sitio. Y una
cosa tengo clara, que esa maldición que dice, en pleitos te veas aunque los ganes, es muy cierta.
No, no
tengo ganas de pleitos, de líos, de malos rollos, de situaciones desagradables,
de complicarle la vida a nadie ni de que me la compliquen a mí. Pero es que
esta situación, no siendo grave, me molesta mucho, sobre todo porque no consigo
entender cómo alguien es capaz de hacer algo así y seguir haciéndolo tras una
discreta y educada advertencia. Me parece una guarrada y una falta de respeto,
incomprensibles.
Y
ahora viene la pregunta. ¿Qué hago? Admito ideas, propuestas, sugerencias…
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