Después
de escribir la entrada titulada “La palabra iglesia viene de inglesia, inglés”,
caí en la cuenta de que hacía falta una segunda parte, y voy a escribirla.
En la
citada entrada hablo exclusivamente de educación. Ciertamente que un alumno de
4º de secundaria, que lleva toda su vida “aprendiendo”, que se supone que ha
estudiado historia, arte, tres lenguas entre otras muchas disciplinas y alguna
que otra imbecilidad, debe haber adquirido los conocimientos y las estrategias
suficientes como para detectar que eso de que iglesia viene de inglesia, y esta
de inglés, es una majadería.
Pero
también ha podido ocurrir que algún adulto, leyendo la primera parte de la entrada,
haya tragado, y que luego, al continuar leyendo, se haya sentido ofendido,
pensando quizá que de esta forma me estaba burlando, tachándolo de inculto,
falto de actitud crítica o de mente cerrada.
Nada
más lejos de mi intención. Y si para alguien así ha sido, ruego acepte mis más
sinceras disculpas. Porque que eso le pueda pasar a un adulto, se entiende; a
un joven de 4º de secundaria, no. Ellos deben tenerlo todo fresco, y se supone
que disfrutan de un excelente sistema educativo. Suposición falsa, por eso pasa
lo que pasa. Y a fin de cuentas ellos no son los culpables de su situación.
Pero
un adulto es diferente. Unos hace ya mucho que estudiaron, otros no pudieron
estudiar demasiado, otros viven absorbidos por mil tareas y responsabilidades,
y todos estamos sometidos a un constante bombardeo de mentiras y medias verdades
que acaban por impedirnos distinguir lo verdadero de lo falso, pese a la
cultura, la capacidad crítica y la apertura al mundo que tengamos.
Valgan
pues estas dos entradas para hacernos caer en la cuenta de la inmensa mentira
en la que vivimos, y no solo en la educación. Basta con hacer un razonamiento
lógico, incluyendo datos ciertos junto a falsedades, y que lo exponga en el
lugar y momento oportunos la persona adecuada, para que la mayor mentira sea
verdad.
Me
decía una buena amiga que leyó la entrada y se quedó a cuadros, pues
pareciéndole verdad, y más habiendo sido escrita por mí, chocaba frontalmente
con sus conocimientos e incluso el sentido común. Al seguir leyendo, quedó
claro el asunto.
Pero
si no hubiera escrito esa segunda parte, ella hubiera investigado, se habría
informado y pronto habría descubierto la verdad. Esa es la actitud que hemos de
tener ante el mar de información en el que vivimos. Una actitud crítica.
Y un
apunte más. Una de las cosas que la descolocó fue el que lo hubiera escrito yo.
Ahí está el famoso argumento de autoridad. Peligrosísimo. Una verdad nunca es
verdad por quien la diga, por mucho aprecio y respeto que nos merezca. Esa es
la herramienta que los líderes sin escrúpulos utilizan magistralmente. Y ante
la que hay que defenderse siempre.
Poncio
Pilato le dijo a Jesús, ¿qué es la verdad? Esa pregunta debemos hacérnosla
continuamente. Está en juego nuestra libertad.
130 días sin llover. Solo 11 litros
Hoy llueve. Veremos cuánto. De momento, poco.
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