Decir,
como mucha gente dirá, que esta semana que viene hará buen tiempo y alegrarse
por ello, es la prueba más clara del alejamiento de la naturaleza y del egoísmo
radical de nuestra especie. Yo estoy cómodo y a gustito, lo demás me importa un
bledo.
Va a
hacer el peor tiempo posible. Va a pasar lo último que debería pasar.
Después de habernos quedado con dos litros tan
solo en el último temporal, entra el poniente, hoy ya ha entrado, y suben las
temperaturas. Viento seco y caliente, a ratos fuerte, al menos hasta el viernes
cuando aflojaría. Además el miércoles y jueves, muy fuerte. Las mínimas subirán
hasta los 14 y las máximas hasta los 24. ¡En enero! Y el cielo, típico de este
maldito viento, con nubes de paso, de esas que a lo sumo dejan lloviznas.
Un
desastre absoluto, tan absoluto como discreto y casi invisible, excepto para
los que tengan al menos una mínima sensibilidad hacia el medio ambiente que
están, estamos, más que preocupados por esta situación.
No
olvidemos que desde mediados de septiembre solo han caído 11 litros y hemos
soportado incontables días de poniente y temperaturas altas o muy altas para la
época.
Hay
una esperanza. En este momento los mapas dicen que el viernes podría llover
bien y bajar las temperaturas mucho. O sea normalizarse la situación, pero
queda lejos y después de tantas y tantas decepciones, no quiero ilusionarme.
Así
que me quedo con lo inmediato. Hasta el jueves, una vez más, mal, mal, muy mal.
El peor tiempo posible. Sigue la maldición del poniente, el miedo por el monte,
el desastre en la agricultura…
126 días sin llover. Solo 11 litros.
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