Dedico
la primera entrada del año a hablar brevemente de una serie de anuncios con los
que nos están machacando estos días a causa de Papa Noel y Sus Majestades de
oriente. Me parecen ridículos, ridículos, muy ridículos. Me dan risa. Y
vergüenza ajena por lo que supone. Estoy hablando de los anuncios de colonias y
perfumes que, por lo que parece ser, deben estar, salvo alguna honrosa
excepción, en una lengua que no sea el castellano. Normalmente inglés o
francés.
Me
pregunto por qué. ¿Es que nuestra lengua es demasiado vulgar y poco elegante
como para utilizarla en productos de “tan alta alcurnia”? ¿O es que saben que
haciéndolo así venden más?
No hay
salida en ningún caso. Tan malo es el estúpido desprecio por lo nuestro, como
la gilipollez extrema que supone comprar algo porque me lo anuncian en lenguas “más
glamurosas”.
De
verdad que no lo entiendo. ¿Tan imbéciles somos, tan manipulables, tan tontos
del culo, tan predecibles? Debe ser que sí, y eso es lo que me da vergüenza. Y
también risa. Como cuando nombran a esa tal Carolina; parece que tengan una
nuez en la boca o alguna malformación. También me da risa.
114 días sin llover. Solo 8 litros.
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