FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

martes, 5 de noviembre de 2024

Conocerla y respetarla.

Cuando se cumple una semana de la catástrofe quiero compartir uno de los pensamientos que desde el principio me ha ido rondando y que poco a poco va cristalizando en un convencimiento que ya tenía, pero que ha cobrado con todo esto mucha más fuerza todavía.

Hemos dado la espalda a la naturaleza. Excepto los pocos, cada vez menos, que viven directamente de ella, el resto, la mayoría, tan solo la utilizan como lugar para divertirse y poco más.

Lo que ocurre es que ningunear, incluso ignorar, la base sobre la que construimos nuestra existencia es sencillamente suicida. Porque la última palabra la tiene siempre ella, no nosotros.

El macizo montañoso sobre el que se centró la DANA lo conozco muy bien. Lo he recorrido muchas veces en todas direcciones y en todas las estaciones. Son montañas altas, entre 1000 y 1300 metros, con impresionantes paredes, surcadas por profundos barrancos y una flora y fauna muy ricas. Entre ellas, amplios altiplanos donde se ha cultivado la tierra durante siglos.

La sierra de Chiva, la de Santa María, el pico Ropé, el Hierbas, Cinco Pinos, la sierra de Utiel, el pico Atalaya, El pico Tejo..., son nombres muy familiares y queridos para mí.

Es una tierra muy hermosa en la que el fuego ha dejado su huella a lo largo de los años, convirtiendo en parte lo que antaño fueron inmensos bosques en matorral. Choca mucho saber que la hoy llamada sierra de Chiva, en los mapas antiguos se llamaba sierra de los Bosques, y que el pico Tejo, próximo a Requena, debe su nombre al bosque de tejos que le arropaba, del que quedan tan solo unos pocos ejemplares.

Si sobre este macizo se sitúa, como se situó, una gran tormenta alimentada por fortísimos vientos de levante, lo lógico es que se produzca una precipitación demencial. Y toda esa agua va a buscar el mar por los tres sitios por donde puede ir. Hacia el Magro, por los barrancos de la sierra de Utiel. Al Turia por la fosa tectónica de Chera, por los ríos Reatillo y Sot. A la albufera por el barranco del Poyo y otros menores.

Pienso que si en vez de matorral tuviéramos los bosques de antaño, mucha de esa agua se habría quedado en la tierra. Si los barrancos estuvieran limpios, no solo de cañas sino de todo tipo de escombros y basura, el agua discurriría por ellos sin obstáculos. Si dejáramos vía libre a los cauces naturales de ríos y barrancos, las avenidas serían tan solo un espectáculo. Si entendiéramos que conocer y cuidar nuestro entorno natural nos hace más completos como personas y que puede salvar vidas, otro gallo cantaría.

Muchas veces he dicho en el blog que hemos convertido la naturaleza en un polideportivo, en un parque de atracciones. Grave error. La naturaleza es un ser vivo del que nosotros, como seres vivos, formamos parte, queramos o no, lo sepamos o no. Ella, no nosotros, nos da la vida y nos da la muerte. Nos lo da todo y nos puede quitar todo. Por eso hemos de cambiar nuestra forma de relacionarnos con ella.

Conocerla y respetarla agradeciendo sus dones y aprendiendo a defendernos de sus golpes que siempre nos recordarán que es más fuerte que nosotros. Nos va la vida en ello.









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