Falleció ayer
Juan Antonio, el fraile franciscano agredido por un individuo el sábado por la
mañana en el Monasterio de Santo Espíritu. Ante este absurdo no sé qué decir,
no sé qué escribir, pero quiero hacerlo constar en el blog de alguna forma, y
creo que compartir esta oración tan franciscana puede ser la mejor forma de
hacerlo.
¡Señor, haz de
mí un instrumento de tu paz!
Que allí donde
haya odio, ponga yo amor;
donde haya
ofensa, ponga yo perdón;
donde haya
discordia, ponga yo unión;
donde haya
error, ponga yo verdad;
donde haya
duda, ponga yo fe;
donde haya
desesperación, ponga yo esperanza;
donde haya
tinieblas, ponga yo luz;
donde haya
tristeza, ponga yo alegría.
¡Oh, Maestro!,
que no busque yo tanto
ser consolado
como consolar;
ser comprendido,
como comprender;
ser amado,
como amar.
Porque dando
es como se recibe;
olvidando,
como se encuentra;
perdonando,
como se es perdonado;
muriendo, como
se resucita a la vida eterna.
Que Dios acoja
en su seno a este hombre con ese abrazo final al que todos estamos llamados.
Descanse en
paz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario