Bueno, pues ya
han pasado seis días desde la “fumata blanca”, seis días que he dedicado a
escuchar, a leer, a comentar, y hoy día de San José, el día que el Papa
Francisco ha elegido para inaugurar su pontificado, escribo, lleno de
agradecimiento y de esperanza.
Que la figura
de Jesús, sea cada vez más reconocible en la Iglesia. Esto es lo que le pedí
a quien fuera el nuevo Papa, en aquellos momentos tan especiales en los que sabíamos que ya
había sido elegido, pero no quién era.
Y saltó la
sorpresa, lo inesperado. Sentí gozo, me alegré cuando escuché en directo que
era argentino, jesuita y que se llamaría Francisco. Sinceramente no esperaba
tanto. Si el gesto de Benedicto XVI me encendió una hermosa luz en la
oscuridad, esto hizo que la luz me deslumbrara.
Luego han
venido los gestos y las palabras desgranándose a lo largo de estos seis días,
casi como si de una película se tratase. De momento me parece demasiado bonito,
de verdad, demasiado bonito. Pero ¿por qué lo bonito no puede ser también
verdad? En cristiano, la verdad definitiva es bonita.
Y ahora,
cuando pase el impacto, vendrá el momento del trabajo callado, de las
decisiones difíciles, de las tensiones inevitables. Y el Papa Francisco
necesitará de nuestra oración, como ya dijo, y de nuestro trabajo. Ya nos ha
dicho también, que tenemos que caminar juntos, que trabajar juntos. Porque no solo
es suya la responsabilidad de que la figura de Jesús, sea cada vez más
reconocible en la Iglesia ,
es nuestra también. Por eso nos pide que caminemos juntos.
¿Se os ha
ocurrido leer la oración de San Francisco sabiendo que el Papa se llama
Francisco? Es lo que quiere hacer como Papa, es lo que nos pide que hagamos
como cristianos.
Aquí la
tenéis. Leedla despacio.
Oh Señor,
hazme instrumento de tú Paz.
Donde hay
odio, que yo lleve el Amor.
Donde hay
ofensa, que yo lleve el Perdón.
Donde hay
discordia, que yo lleve la
Unión.
Donde hay
duda, que yo lleve la Fe.
Donde hay
error, que yo lleve la Verdad.
Donde hay
desesperación, que yo lleve la
Esperanza.
Donde hay
tristeza, que yo lleve la
Alegría.
Donde están
las tinieblas, que yo lleve la
Luz.
Oh Maestro,
haced que yo no busque tanto:
Ser consolado,
sino consolar.
Ser
comprendido, sino comprender.
Ser amado,
sino amar.
Porque:
Es dando, que
se recibe.
Perdonando,
que se es perdonado
Muriendo, que
se resucita a la Vida
Eterna.
¿No veis que
tenemos un hermano mayor en Roma?, un hermano que desde el primer momento nos ha
dicho qué va a hacer, y que nos invita a que lo hagamos con él.
¡Bienvenido
hermano Francisco!
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