Hoy es Domingo
de Pascua. El primer domingo tras el primer plenilunio de la primavera. La
fiesta más grande del año para los cristianos. La fiesta de la vida por
excelencia. La fiesta de la Vida
sin límites y con mayúsculas. La fiesta en la que celebramos que algún día, no
sabemos cómo, el bien, la justicia, la belleza, la libertad, la alegría, el amor serán una realidad cierta
para siempre y para todos.
Y quiero
felicitaros las Pascuas a los que dedicáis un ratito a este blog, con un texto
de Juan Ramón Jiménez, donde se da un feliz encuentro entre fe y literatura.
Disfrutadlo
sin prisa, que es la fiesta de las fiestas.
Mira, Platero; el canario de los niños ha
amanecido hoy muerto en su jaula de plata. Es verdad que el pobre estaba ya muy
viejo... El invierno último, tú te acuerdas bien, lo pasó silencioso, con la
cabeza escondida en el plumón. Y al entrar esta primavera, cuando el sol hacía
jardín la estancia abierta y abrían las mejores rosas del patio, él quiso
también engalanar la vida nueva, y cantó; pero su voz era quebradiza y
asmática, como la voz de una flauta cascada.
El mayor de los niños, que lo cuidaba,
viéndolo yerto en el fondo de la jaula, se ha apresurado, lloroso, a decir:
—¡Puej no l'a faltado ná; ni comida, ni
agua!
No. No le ha faltado nada, Platero. Se ha
muerto porque sí, diría Campoamor, otro canario viejo...
Platero, ¿habrá un paraíso de los pájaros?
¿Habrá un vergel verde sobre el cielo azul, todo en flor de rosales áureos, con
almas de pájaros blancos, rosas, celestes, amarillos?
Oye; a la noche, los niños, tú y yo
bajaremos el pájaro muerto al jardín. La luna está ahora llena, y a su pálida
plata, el pobre cantor, en la mano cándida de Blanca, parecerá el pétalo mustio
de un lirio amarillento. Y lo enterraremos en la tierra del rosal grande.
A la primavera, Platero, hemos de ver al
pájaro salir del corazón de una rosa blanca. El aire fragante se pondrá canoro,
y habrá por el sol de abril un errar encantado de alas invisibles y un reguero
secreto de trinos claros de oro puro.
Juan Ramón Jiménez. Platero y yo.
¿Qué os ha
parecido? Personalmente me encanta. Destaco esa pregunta que se hace Juan Ramón
Jiménez, ante la muerte del canario viejo, ante la triste realidad
inexplicable, ante el llanto del niño: “Platero,
¿habrá un paraíso de los pájaros? ¿Habrá un vergel verde…” Es nuestra
pregunta, ¿verdad?, también es nuestra pregunta. Y luego, en la noche, a la luz
de la luna llena “lo enterraremos en la
tierra del rosal grande”. ¿Y ahí acaba todo?
No, ahí no
acaba todo En un párrafo brillante, hermosísimo, donde se ve brotar la vida a
borbotones, dice, ya no pregunta, afirma, “A
la primavera, Platero, hemos de ver al pájaro salir del corazón de una rosa
blanca. El aire fragante se pondrá canoro, y habrá por el sol de abril un errar
encantado de alas invisibles y un reguero secreto de trinos claros de oro
puro”.
¡Feliz
Pascua!
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