FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

sábado, 30 de marzo de 2013

Más allá de las palabras.


Desde que conocimos al Papa Francisco y le vimos hablar y actuar, mucha gente se ha preguntado, ¿qué hace este hombre?, ¿cómo habla tan claro?, ¿cómo va en coche descubierto?, ¿cómo se mezcla entre la gente?, y la respuesta siempre es algo así: los de seguridad irán locos, va a durar poco, le van a matar, la curia le parará los pies…
Yo también me he hecho estas preguntas y albergo el temor que tan tristes respuestas producen, pero por otro lado veo, y con claridad diáfana en el silencio del Sábado Santo, un mensaje sin palabras que me llena de alegría, que me cuesta incluso creerlo.
Veo que Francisco está haciendo lo mismo que hizo Jesús al entrar en Jerusalén. Su actitud es la misma. Jesús sabía, se lo habían advertido, que tal y como estaban las cosas, ir a Jerusalén aquella Pascua era jugársela. Y fue. Y no entró discretamente, no se  escondió. No tenía nada que ocultar. Pasara lo que pasara. Era su misión. Lo demás estaba en manos del Padre, y Jesús se fiaba de Él.
El Papa Francisco está haciendo lo mismo. Con esta forma de actuar, nos dice sin palabras que no tengamos miedo. Hay que hacer lo que hay que hacer. Lo demás queda en manos de Dios. Él sabe muy bien los riesgos que corre cuando hace lo que hace. ¿Qué puede pasar?, ¿qué llegue un día de éstos Su Viernes Santo? Él, como Jesús, sabe que detrás está el Domingo de Pascua. Y al  igual que Jesús, aunque no busca el viernes, no huye de él.
Creo entender, y esto me llena de gozo, que nos está diciendo con su propia vida, que no tengamos miedo, que no tengamos ningún miedo. Que vivamos con la confianza del triunfo definitivo de la vida, del bien, de la justicia, del amor, aunque tantas veces nos cueste creerlo. En definitiva, que peleemos sin miedo por el Reino de Dios, con la seguridad y la alegría que nos da el Domingo de Pascua, aunque antes esté, porque está, el Viernes Santo y el silencio del Sábado.
Y este mensaje, de una insondable profundidad evangélica, no nos lo transmite en una homilía, con una carta pastoral, o una encíclica, no; nos lo está diciendo con esta forma, digamos que arriesgada, imprudente, diferente de hablar y de actuar. Estamos más allá de las palabras.
            Creo que algo grande está pasando en Roma, algo grande está pasando en el mundo.

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