Desde que
conocimos al Papa Francisco y le vimos hablar y actuar, mucha gente se ha
preguntado, ¿qué hace este hombre?, ¿cómo habla tan claro?, ¿cómo va en coche
descubierto?, ¿cómo se mezcla entre la gente?, y la respuesta siempre es algo
así: los de seguridad irán locos, va a durar poco, le van a matar, la curia le
parará los pies…
Yo también me
he hecho estas preguntas y albergo el temor que tan tristes respuestas producen,
pero por otro lado veo, y con claridad diáfana en el silencio del Sábado Santo,
un mensaje sin palabras que me llena de alegría, que me cuesta incluso creerlo.
Veo que
Francisco está haciendo lo mismo que hizo Jesús al entrar en Jerusalén. Su
actitud es la misma. Jesús sabía, se lo habían advertido, que tal y como
estaban las cosas, ir a Jerusalén aquella Pascua era jugársela. Y fue. Y no
entró discretamente, no se escondió. No
tenía nada que ocultar. Pasara lo que pasara. Era su misión. Lo demás estaba en
manos del Padre, y Jesús se fiaba de Él.
El Papa
Francisco está haciendo lo mismo. Con esta forma de actuar, nos dice sin
palabras que no tengamos miedo. Hay que hacer lo que hay que hacer. Lo demás
queda en manos de Dios. Él sabe muy bien los riesgos que corre cuando hace lo
que hace. ¿Qué puede pasar?, ¿qué llegue un día de éstos Su Viernes Santo? Él,
como Jesús, sabe que detrás está el Domingo de Pascua. Y al igual que Jesús, aunque no busca el viernes,
no huye de él.
Creo entender,
y esto me llena de gozo, que nos está diciendo con su propia vida, que no
tengamos miedo, que no tengamos ningún miedo. Que vivamos con la confianza del
triunfo definitivo de la vida, del bien, de la justicia, del amor, aunque
tantas veces nos cueste creerlo. En definitiva, que peleemos sin miedo por el
Reino de Dios, con la seguridad y la alegría que nos da el Domingo de Pascua,
aunque antes esté, porque está, el Viernes Santo y el silencio del Sábado.
Y este mensaje,
de una insondable profundidad evangélica, no nos lo transmite en una homilía, con
una carta pastoral, o una encíclica, no; nos lo está diciendo con esta forma, digamos
que arriesgada, imprudente, diferente de hablar y de actuar. Estamos más allá
de las palabras.
Creo que algo grande está pasando en Roma, algo grande está pasando en el
mundo.
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