Siempre que
les digo por primera vez a mis alumnos que algunos muertos pueden comunicase con nosotros, que conmigo lo hacen muchas veces, me miran con cara de asombro. ¡Claro! Es una buena forma de captar su atención.
Luego les
explico que cuando leemos un libro, estamos escuchando a la persona que
lo escribió, aunque haga ya muchos años que nos dejó. También podemos escuchar a los que viven
pero están lejos, en otras tierras, otras culturas, otros mundos…
Es bonito
pensar que leer un libro nos introduce en una especial comunidad, una comunidad
que de algún modo rompe nuestras limitaciones más radicales: el tiempo y el
espacio. Nos libera de nuestra esclavitud más esencial.
Y si ese libro que abrimos está firmado por el autor, parece que esa comunicación es aún más íntima. Su mano
estuvo físicamente ahí, donde está ahora la mía. Su alma está ahí, en esas
páginas. Puedo cogerlo, abrirlo, y haciendo un momento de calma en mi vida, escucharle.
Y esta es mi
felicitación en el Día del Libro. La foto del envés de la portada y de la
primera página de una antigua edición de Platero
y yo. A la izquierda, una preciosa tarjeta con el texto de F. Haugh “There is
no better companion than a good book”, no hay mejor compañero que un buen
libro, y en la otra, la firma de Juan Ramón Jiménez, el año 1942, cuando el
mundo se desangraba en la II Guerra
Mundial.
Disfrutad de
la foto y luego del bonito texto de Platero
y yo titulado Viñeta.
Platero, en
los húmedos y blandos surcos paralelos de la oscura haza recién arada, por los
que corre ya otra vez un ligero brote de verdor de las semillas removidas, el
sol, cuya carrera es ya tan corta, siembra, al ponerse, largos regueros de oro
sensitivo. Los pájaros frioleros se van, en grandes y altos bandos, al Moro. La
más leve ráfaga de viento desnuda ramas enteras de sus últimas hojas amarillas.
La estación
convida a miramos el alma, Platero. Ahora tendremos otro amigo: el libro nuevo,
escogido y noble. Y el campo todo se nos mostrará abierto, ante el libro
abierto, propicio en su desnudez al infinito y sostenido pensamiento solitario.
Mira, Platero,
este árbol que, verde y susurrante, cobijó, no hace un mes aún, nuestra siesta.
Solo, pequeño y seco, se recorta, con un pájaro negro entre las hojas que le
quedan, sobre la triste vehemencia amarilla del rápido poniente.
¡Feliz Día del Libro!
Preciosa entrada de alguien como tú, que ama los libros, como yo.
ResponderEliminarAunque yo, ayer (Día del Libro) me sentí algo frustrado: fuí a la Feria del Libro y ¡aun no la habian inaugurado!