La montaña está viva. No sólo
disfruto con los caminos, las cimas, los cielos cambiantes sino con la vida que
te rodea y te acompaña en la ascensión. Vida vegetal y vida animal.
El otro día, sin ir más lejos,
subiendo una mañana limpia la
Punta Lierga , en el valle de Gistaín, sorprendí de pura
casualidad a una pareja de buitres que oteaban desde una roca, supongo que en
busca de alimento, o quizá simplemente, disfrutando sin conciencia de ello, del
puro hecho de existir, de formar parte de ese mundo mágico que son las
montañas.
Mundo este al que yo siempre me
acerco con profundo respeto, como si entrara a un santuario al que muy a mi
pesar no pertenezco como quisiera, como pertenecen esos buitres…
Comparto a continuación tres
fotos de este bonito encuentro.
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