FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

miércoles, 4 de febrero de 2015

Tuc ya no está en el refugio de La Honería.

Este era Tuc en el verano de 2013.
Abril de 2013. Tuc sale a recibir a Isabel.
Hay un rincón en el valle de Arán, del que ya he hablado en el blog (Aleix y el refugio de La Honería), por el que Isabel y yo sentimos un especial cariño, un lugar al que bien a gusto nos iríamos a vivir…para siempre.
Bosques de ensueño, montañas soberbias, canales vertiginosas, lagos perdidos de una belleza extrema. Ciervos, corzos, osos, águilas, buitres, entre otros muchos animales, pueblan el valle donde una pequeña aldea, San Juan de Torán, algunas casas dispersas y un refugio, La Honería, son los únicos enclaves humanos que podemos encontrar.
Pues allí, en ese refugio, pienso a menudo estos días, en que el invierno se ha hecho el amo y señor de aquellas tierras. Y pienso con tristeza en Aleix, el guarda del refugio, que este otoño perdió a su perro, Tuc.
Tuc no era un perro cualquiera. Acostumbrado a la vez a la gente y a la libertad de los grandes espacios, era un perro amable, cariñoso, discreto y muy inteligente. Se conocía el mundo, casi mágico, en que vivía, de un modo increíble. Parecía mentira lo que hacía. Es difícil de creer. Yo lo he visto y doy fe de ello.
Cuando algún montañero le preguntaba al guarda por una ruta, si no estaba muy clara, Aleix le decía, “Tuc, llévale aquí o allá”, y el perro le hacía de guía, y no se separa de él hasta que “su cliente” volvía sano y salvo al refugio. A veces la excursión era de unas horas. Otras de un día entero. Daba igual. Él cumplía con la misión encomendada.
Un verano, lo encontramos acompañando a un chaval hasta él lago de Estancauilha. Nosotros bajábamos del Tuc dera Escalica e hicimos parte del descenso juntos. El perrillo nos acompañaba sin perdernos nunca de vista, adaptándose a nuestro paso. Cuando nos separamos, al rezagarnos nosotros, el animalito siguió con él hasta dejarle en el refugio. Tenía muy claro a quién acompañaba.
Este otoño, Tuc desapareció. Se fue solo. No cumplía ningún encargo. No volvió por la noche, ni al día siguiente, ni al otro…Aleix salió a buscarlo, lo esperó días y días. Nunca volvió.
A veces, en los desvaídos inviernos de por aquí, he imaginado a Aleix junto a Tuc, solos en su refugio, a la vera del fuego, mientras fuera cae la nieve mansa o en furiosos torbellinos, se escucha de vez en cuando el estruendo de una avalancha, o a menudo, el silbido del viento, y un frío intenso parece pararlo todo.  
Hombre y perro junto al fuego, solos, en el corazón de una naturaleza salvaje, recia, grandiosa. Y me parecía una imagen muy hermosa. Pero ahora me parece triste, hermosa pero triste. Se me hace muy honda la soledad de Aleix sin Tuc.
Es posible que tenga ahora otro perro, no sé, quizá un cachorro, pero el recuerdo de Tuc estará muy presente en tantos y tantos momentos…porque como dice la canción, que también vale para los perros “cuando un amigo se va queda un espacio vacío que no lo puede llenar la llegada de otro amigo”.

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