FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

viernes, 16 de octubre de 2015

¡La que montó el miércoles Monseñor!


¡La que montó el miércoles Monseñor! ¡Cómo se ha alborotado el gallinero! “La Colau” exigiendo su dimisión, “La Oltra” leyéndole el evangelio y un sinfín de personajes, personajillos y personajuelos apuntándose al linchamiento del Cardenal. Tan demócratas ellos, tan objetivos, tan solidarios…
Tal vez Cañizares no haya dicho ninguna tontería. Parte del Islam está en guerra, en la Guerra Santa y esta “invasión” de refugiados, según sus propias palabras, puede acercarnos esa guerra, y ciertamente algunos de los que vienen pueden convertirse en “caballo de Troya”… Podemos, en un futuro, descubrir al enemigo dentro de casa, e imaginar ahora terribles consecuencias más o menos posibles, más o menos lejanas…
Y negar esto, aunque en estos momentos parezca algo remoto, es de ser miope, ingenuo, tonto del bote. Y Monseñor tonto no es, por eso lo sabe y lo ha dicho, eso sí, con palabras tristes y desafortunadas; pero es que además, en mi humilde opinión, se ha quedado a medio camino en su planteamiento. Le ha faltado también la luz del evangelio.
No se trata de ignorar, o incluso negar, un riesgo que bien puede ser real, como hacen muchos mentecatos y cantamañanas políticamente correctos, sino de, aún reconociendo ese riesgo, y pese a él, acoger a quienes buscan en nuestra Europa un lugar bajo el sol al que tienen derecho. 
Hay que acoger a todos, sin discriminaciones, y ya; incluso a los que parecen no ser “trigo limpio”, asumiendo que algunos de ellos, es posible que, algún día, se vuelvan contra quienes les abrieron las puertas de su casa.
Porque acoger a los refugiados es, ante todo, una exigencia moral profundamente cristiana. Y, por grande que sea el riesgo, en cristiano no se puede, no se debe hacer otra cosa que acoger de verdad a estas gentes y sea después, y nunca mejor dicho, lo que Dios quiera.
Esto es lo que no ha dicho Cañizares, y si lo ha dicho, no ha sido con suficiente claridad. Y he aquí lo triste en un pastor de la Iglesia, porque la palabra de Dios sí es muy clara.

“En verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos, aun a los más pequeños, a mí me lo hicisteis.” Mt. 25, 40

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