Viendo
anteayer, de lejos, la inmensa columna de humo del incendio del Alto Mijares,
arrastrada por el poniente hacia la costa, y sabiendo que seguía arrasando
hectáreas y hectáreas, pese a los esfuerzos de bomberos, ejército, Guardia
Civil y demás personas que en tan dura tarea se dejan la piel y se juegan la
vida, las palabras del sr. Sánchez, tras su visita a la zona afectada, me
sentaron como una patada donde más duele. Como el día anterior las del sr. Puig
con su tormenta perfecta.
Escuchándoles
parece que no tengan nada que ver con el asunto. Que sean otros, o las
circunstancias los que han provocado el desastre. Y nosotros, pensarán, venimos
a arreglar lo que podamos y a solidarizarnos con las víctimas, con esas pobres
gentes a las que les han arrancado el alma, porque el alma de un pueblo está en
quienes lo habitan y en la tierra que les arropa y les sustenta.
Y
ahora me dirijo al sr. Sánchez y al sr. Puig.
¿A quién
advierte el cambio climático? A usted sr. Sánchez, a la catastrófica gestión
medioambiental de su Gobierno y de muchos Gobiernos anteriores, y esa gestión
es la que ha provocado la tormenta perfecta, sr. Puig.
Ustedes
son sabedores del despoblamiento del mundo rural desde hace muchas décadas.
Ustedes conocen la irresponsabilidad y la profunda estupidez de ciertas
personas y la necesidad de vigilar y controlar nuestros montes más y mejor.
También conocen el cambio climático del que tanto hablan. Pero también conocen,
y eso sí se lo callan, el abandono casi total de nuestros montes, zonas
protegidas incluidas, convertidos en un inmenso polvorín.
La
cantidad de combustible que hay, listo para arder, en nuestros montes y bosques
es gigantesca. Y crece año tras año, porque no hacen nada para retirarlo. El
ciclo vital de las plantas; los troncos y ramas muertos por plagas, nevadas, vendavales;
la regeneración natural ocupando antiguos bancales, o la que se produce tras
los incendios en apretada masa impenetrable… Y ahí está todo eso, sin que nadie
haga nada.
¿Cambio
climático? Sí, claro. Está todo muy seco. Lleva mucho sin llover, y el poniente
parece dispuesto a acompañarnos con frecuencia. Pero si limpiaran el monte, si
cuidaran de verdad a esos pueblos pequeños, aunque la imprudencia o la
imbecilidad de alguien iniciaran un fuego, sería mucho más fácil de controlar.
Sr. Sánchez,
sr. Puig, no se rían en la cara de toda esa gente que está perdiendo tanto eludiendo
su responsabilidad sobre las causas de su tragedia. Ellos saben que no es sólo el
cambio climático el que ha quemado sus montes. Sus montes estaban listos para
ser quemados en cualquier momento, con o sin cambio climático. No es la primera
vez que marzo es seco, caluroso y ventoso.
No
hace muchos años, cuando aún humeaba un incendio en el Alto Palancia, no el de
Bejís, le escuché por la radio sr. Puig decir, en respuesta a las palabras de
un bombero indignado con mucha razón, que el monte no puede ser un jardín. Lo
pensé enseguida. Nuestros montes, y tal como están las cosas, si no son un
jardín, serán un desierto.
A los
hechos me remito.
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