Está bonito así, ¿verdad? Verde, lleno de vida. |
Empezó
ayer la primavera meteorológica con un
frío bien vivo al que ya no le queda mucho, porque la semana próxima en
nada recordará a esta en lo que a temperaturas se refiere.
Es
bonita la primavera, y me gusta. El ambiente se templa y el monte es una fiesta.
Pero tiene algo que me inquieta, el verano que poco a poco se acerca. Y el
verano me da mucho miedo.
Tengo
gratos recuerdos de los veranos de mi infancia y juventud, pero cuando
empezaron a ser cada vez más duros, y año tras año, el fuego me iba robando
rincones muy queridos, empezó a atragantárseme, y ahora, y más después de estos
últimos años, no lo soporto y solo deseo que acabe pronto.
Cuando
estoy aquí me paso el día mirando el horizonte, temiendo la fatídica columna de humo;
cuando estoy fuera, pendiente todos los días de las noticias, y esperando que
nunca llegue esa “ponentá” que casi siempre deja tras de sí un rastro de muerte
y destrucción.
Porque
el problema es que nada se ha hecho, ni se hará, para que no se repitan desastres
como el de la Vall de Ebo y el de Bejís, catástrofes medioambientales de
dimensiones gigantescas y graves consecuencias, y que curiosamente pronto se
olvidan; la gente las tiene in mente
mientras son noticia.
Sufrí
mucho, estaba en los Pirineos, cuando el fuego arrasaba en Bejís y alrededores
parajes muy queridos para mí, de una belleza espectacular, con una fauna y una
flora dignas de cualquier parque natural. No he vuelto todavía por allí, no me
atrevo.
Por
eso, siendo hermosa la primavera, tiene para mí un regusto amargo, la
inminencia del verano. Y cuando recorro estos meses esas sendas y esos caminos,
aún verdes, pienso a mi pesar que quizá tengan los días contados. Me ha pasado
ya tantas veces…
Por lo
que he dicho. Porque no han hecho nada, ni harán, para evitar que se repitan
los incendios. Sólo decididas intervenciones a largo plazo, profundas reformas en la
legislación medioambiental, y una revitalización del mundo rural podrían, a
largo plazo, revertir el proceso de destrucción de nuestro patrimonio natural.
Y eso
no lo harán; no son capaces.
No os
fieis cuando hablan de sostenibilidad, de respeto por la naturaleza, de
repoblar la España vaciada. Es solo fachada, humo, mentira. No calméis vuestra
conciencia viendo y oyendo campañas de sensibilización, días del árbol, niños plantando
pinitos… Es para la galería, trabajo inútil.
Y si
alguien duda de lo que digo, no tiene más que salir y ver el monte cómo está,
el que aún está vivo quiero decir.
Siento
esta entrada tan negra. Pero es que negro es el futuro del verde. Y como ya he dicho nadie lo va a evitar. Al menos mientras los políticos no se tomen en serio el medio ambiente,
una cuestión mucho más compleja de lo que parece.
La
única prueba fiable de que así lo hicieran sería un pacto por la Naturaleza a
nivel nacional. Ni los ayuntamientos, ni siquiera las autonomías, tienen
capacidad real de afrontar la situación actual.
¿Los
veis capaces?
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