El
invierno, seco y poco frío, se despidió con unos cuantos incendios que se
pudieron controlar, Casinos, Alborache, Caudiel y algunos más. La primavera
empieza con uno monstruoso que está arrasando el Alto Mijares desde ayer. Una
hermosísima y extensa masa forestal, llena de vida y paisajes maravillosos, los
conocía, que ya no existen.
Y
estamos en marzo. Y hoy y el domingo soplará poniente, los termómetros se
acercarán o superarán los 30, y no ha llovido desde diciembre casi nada, 32
litros, y seguirá sin llover…
¿Cómo
lo veis?
Lo triste es que no hay solución a este problema de los incendios forestales. Y
poco a poco nos iremos quedando sin bosques con todo lo que eso significa,
porque se destruye masa forestal mucho más rápido que se regenera o se repuebla.
Dice
la odiosa frase, es lo que hay. Y tiene razón.
Y digo
que no tiene solución porque las cuatro causas principales que los provocan no
la tienen. Juzgad vosotros mismos.
La
primera es el éxodo rural. Por muchas vueltas que le den la gente no va a
volver a los pueblos y a vivir de sus montes, lo que implica abandono. El monte
se ha convertido en un gigantesco parque de atracciones para el disfrute cada
fin de semana de los urbanitas, y poco más. Y esto no tiene solución.
La
segunda causa es el cambio climático que aquí está incidiendo de dos formas
demoledoras, el aumento de las temperaturas y no solo en verano, la disminución
de las lluvias y la desaparición de la nieve invernal en las montañas. Esto
tampoco tiene solución.
La
tercera es la cantidad de imbéciles irresponsables que hay entre nosotros. La
colilla por la ventanilla del coche o en el paseo por el campo, la puñetera
barbacoa cuando no toca y donde no se debe hacer, la quemas agrícolas sin las
precauciones necesarias, el pirómano, que debería estar siempre localizado o en
la cárcel… Esto tampoco tiene solución.
Nuestros
políticos, incapaces de pactar un plan de gestión medioambiental eficaz y a
largo plazo. Aunque no todos tienen la misma responsabilidad, porque los hay
incapaces de consenso alguno al funcionar por paradigmas, es decir, por “teorías
o conjunto de teorías cuyo núcleo central se acepta sin cuestionar y que
suministra la base y modelo para resolver problemas y avanzar en el
conocimiento”*. Y como su núcleo central es incuestionable e inmutable, aunque
nada que ver tenga con la realidad, y no resuelva nada ni se avance en nada,
pues no queda más que decir “sí buana”. Y esto tampoco tiene solución.
Así
pues habremos de aceptar el hecho, más allá de discursos sobre la sostenibilidad,
la revitalización del mundo rural, la conservación de la naturaleza, la
importancia de nuestros bosques y demás, que año tras año habrá menos verde,
menos vida, menos belleza.
Lo
digo por experiencia. He visto a lo largo de mi vida desaparecer miles y miles
de hectáreas para siempre, vaciarse pueblos, romperse senderos… Recuerdo cuando
en otoño, en Serra, vendían rebollones en las casas. Y el impresionante bosque
que arropaba la carretera a Andilla, y los pinares de la Hoya de Buñol, y el
pico Tejo, con su bosques de tejos…
Y
dicen que progresamos.
* Diccionario de la RAE, acepción 2ª.
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