A lo largo de mi vida he tenido que convivir
con diversos misterios, algunos de los cuales dejaron de serlo y otros han
continuado siéndolo hasta hoy. Desde hace algunos años hay uno que me resulta
profundamente intrigante. Es un misterio insondable, un enigma indescifrable
que está aconteciendo en la villa en la que habito y trabajo hace más de
treinta años.
Sita a orillas del Turia, y a veinte
kilómetros de la ciudad de Valencia, Ribarroja estaba antaño comunicada con
ésta por una vía férrea, por la que circulaba un tren que hacía gran servicio a
estudiantes, damas, caballeros y demás habitantes que, o no tenían, o no podían,
o no querían (cosa muy ecológica) utilizar su coche.
Se explicó en su momento que el tren
dejaría de circular y se pondría en su lugar una línea de metro, alargando
hasta aquí la que primero iba a llegar a la próxima ciudad de Manises. Bien.
Más cómodo y todo.
Dicho y hecho. El tren voló un 31 de
marzo de 2005 y vino el autobús provisional; pero no era lo mismo, no es lo
mismo. Tiempo después, se iniciaron las obras de trasformación de la línea. La
línea de metro llegó hasta Manises… aeropuerto… ¡Ya quedaba menos para que
llegara hasta nuestra villa! Se puso el balasto, los raíles, tan monos ellos,
los postes para la catenaria y… ¡huy!, ¿qué ha pasado? Llegó la crisis antes
que la catenaria y ahí nos quedamos. Y el tiempo sigue pasando. Y seguimos sin
catenaria, y los potenciales usuarios buscándose la vida como pueden.
Y este es el misterio. ¿Por qué
estamos todavía sin metro, sólo porque falta la catenaria? El personal se
pregunta:
A.- ¿Será por causas económicas?, ¿tan caro es electrificar
diez kilómetros? Dicen que ocho millones de euros. Pese a la crisis, el Consell
está invirtiendo en proyectos mucho más caros. ¿Por qué aquí no? Misterio
misterioso.
B.- ¿Será por causas políticas? No es posible. En Madrid,
Valencia y aquí manda el mismo partido. No es lógico un “autoputeo”.
C.- ¿Será porque no somos suficientes habitantes? Más de
veintemil y en aumento, entre el pueblo y alrededores. ¿No es suficiente? Igual
hay que criar más…
D.- ¿Será porque sólo protestamos de vez en cuando y civilizadamente?
¿Será porque no montamos numeritos que atraigan a los medios de comunicación, y
hablamos entonces desgarradora e indignadamente delante de las cámaras?
En fin, ¿qué
será, será…? ¡Ché!, un misterio mondo y lirondo. Pero para mí, lo más misterioso
de este misterio misterioso y en extremo enigmático es lo siguiente: ¿no sabe el partido en el gobierno
municipal, que si no viene el metro antes de las próximas elecciones, el coste
electoral puede ser muy alto, quizá decisivo? Por la cuenta que le trae, debería
coger la antorcha de la reivindicación con determinación y energía, porque si
lo sabe y no actúa con contundencia, flipo; y si no lo sabe, cosa que no creo…,
pues fliparía más todavía.
Bueno pues
eso, que flipo. Misterios insondables. Pero el pueblo sin metro.
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