Amanece un
nuevo año y toca como siempre hacer buenos propósitos. ¿Podrían ser
éstos?
Primero, entrar más y más en lo hondo de mí mismo,
conocerme cada vez mejor, saber cuáles son mis límites y aceptarlos, quererme
cada vez más, aunque sólo sea porque hay gente que me quiere…
Segundo, conocer, entender a los demás. A mi familia,
a mis amigos; quererlos, cuidarlos, aceptarlos tal cual son. Y a los que no son
amigos y tratan de amargarme la vida, con o sin conciencia de ello, al menos
perdonarlos, si puedo, incluso entenderlos…
Tercero, seguir disfrutando de la creación, de la
naturaleza, de ese inmenso regalo. Seguir viendo atardeceres, recorriendo
caminos, subiendo montañas…
Cuarto, profundizar en la Fe , no perder la esperanza de
que lo mejor está por venir, encontrar la paz y la alegría en lo hondo de la
vida, no en su superficie movediza e inestable…
En resumen, hacer de la vida un encuentro permanente
y simultáneo, conmigo mismo, con los demás, con la creación y con Dios. Seguir
profundizando más y más en esos cuatro encuentros, que espero al fin converjan en la plenitud del Amor.
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