FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

domingo, 20 de enero de 2013

Ética y deporte.

Puede ser bueno, muy bueno, pero hemos de hacer que sea bueno.

Voy a plantear un tema que a la vista de mucha gente, no haría falta plantear, lo sé, porque se presupone que es bueno, muy bueno para la educación: el deporte.
Pero es que resulta que puede no ser tan bueno, incluso puede ser absolutamente contraproducente para nuestros niños y adolescentes.
          Ahora bien, antes de entrar en materia, dejemos bien clara una cosa. El deporte  en sí mismo, es bueno y más aún, necesario para la educación de nuestros hijos. El problema no está en el deporte, está en cómo lo utilicemos; sucede algo así como cuando con un buen cuchillo de cocina, ideal para cortar jamón, uno se lía a dar cuchillazos a diestro y siniestro. La “culpa” no es del cuchillo.
En esta ocasión nos centraremos en uno de los muchos aspectos a considerar: el de la destrucción de la ética a través del deporte. Veamos un posible ejemplo.
           Rodolfín Buscapinos, de seis, ocho, doce, quince años, da igual, vive en Villaranas del Rey Sancho y pertenece a un equipo de fútbol, aunque bien podría ser otro deporte. Entrena dos veces a la semana y los sábados juega una liga de verdad, con espectadores, con árbitro (con tarjetas y todo), en un campo grandote…
         Rodolfín, Rodol para los amigos, hizo el sábado pasado una cosa… ¿buena, mala? Como iban a meterles un gol,  antes de entrar el contrario en el área, le sacudió, con discreción, una patadita que lo tumbó. Le sacaron tarjeta amarilla, pero no pasa nada. Gracias a Rodol, se evitó el gol, y al final pudieron acabar al menos con empate. Él sabía que eso, según el reglamento, no debía hacerse, pero... también sabía que era lo que tocaba hacer en ese momento, y que el “mister” después le diría, bien chaval, menos mal que cortaste la jugada, y que los compañeros aprobarían su acción, y que incluso su padre le diría: ¡que macho eres...!
Sé que no siempre pasa esto, pero pasa. Y cuando pasa digo yo, ¿sabéis vosotros lo que Rodolfín está aprendiendo? Está aprendiendo del modo mas eficaz de aprender, viviéndolo, que el fin justifica los medios, que más allá de la ley, está lo que a mí y los míos conviene, que incluso más allá del lo bueno y lo malo, está lo que a mí me interesa, lo que a los míos les interesa.
            Rodol, (para los amigos), está aprendiendo que en esta vida “o siegas o te siegan”. ¿Y sabéis lo que os digo?, pues... que lo que está aprendiendo es cierto, tan cierto como triste. Pero también os digo que no es el camino de la felicidad, ni de la madurez personal; no es el camino, desde luego, hacia la dignidad humana y una sociedad mejor. Y además, es exactamente lo contrario de lo que anuncia el Evangelio.
            En este momento alguien estará pensando: ¡venga hombre, no es para tanto, eso es sólo un juego!
            Sí, es sólo un juego, por eso me asusta, porque si por un juego hacen eso y queda justificado, cuando crezcan, cuando vivan la vida, cuando lo que esté en juego sea algo más que un triste gol, en un perdido campo de fútbol, ¿no harán lo mismo? Perdonad que no me crea eso de que sabrán diferenciar. Entonces, en la vida en serio, serán peores, porque habrá más en juego, porque habiendo mamado desde pequeñitos que el bien y el mal son mi bien y mi mal, y que la ley, la ética, la moral, pueden ser violadas por mil motivos personales y con la conciencia bien tranquila, no tendrán escrúpulos en tomar determinadas decisiones, que nunca deberían tomar.
            Y a lo mejor hasta les va bien... Pero, ¿es eso lo que queréis de vuestros hijos? Ahora, eso sí, no los volváis locos utilizando una medida en el deporte, otra en la escuela y otra en la calle. Si el fin justifica los medios, lo justifica en todas partes. No os engañéis. No les engañéis.
            Con lo bueno y útil que sería, que es el deporte, para enseñar a niños y jóvenes a ser personas honradas, limpias y honestas, no “figuritas”, campeones, y otras zarandajas de igual calaña... Pero claro, probablemente, tal como anda el mundo, quienes actúen así serán los últimos de la clasificación. Y eso, claro está, no “mola”, ni a los chavales, ni a los entrenadores, ni a los papás.
            Y ¡ojo!, sé que hay excepciones. Conozco excepciones. Pero mucho me temo que no hayan “bastantes excepciones” como para que, esta forma de vivir el deporte, no nos traiga a la larga, tristes consecuencias.
             ¡Bien por las excepciones!

No hay comentarios:

Publicar un comentario