Investigando,
reflexionando y meditando sobre eso tan importante y parece ser que tan
trascendente como las competencias básicas, he descubierto algo asombroso que
quiero compartir con todos mis compañeros de gremio; a saber: las competencias
básicas no sólo son básicas, sino además de básicas son… son… ¡trifásicas!
Sí, resulta
que son aparte de básicas, trifásicas, porque según he descubierto han llegado
a nosotros, humildes receptores de tan augustas sabidurías, en tres fases
consecutivas. Veámoslas.
Primera fase.
Alumbramiento. Seres en extremo sesudos, calentándose la cabeza, investigando,
reuniéndose, dan a luz una idea, que a menudo es una idea ya vieja, cambiada de
nombre, ¡qué le vamos a hacer!. Algunas veces supone algo de avance, otras son
un claro retroceso. Pero nada. Ahí queda la criatura. La mar de mona. Y ¡cómo
no! se le bautiza, cosa que suele hacer algún gurú de la pedagogía: “Yo te
bautizo en el nombre de la educación, la psicología y mi ideología, con el
nombre, en este caso, de Competencias Básicas”.
Segunda fase.
Institucionalización. Nuestras instituciones educativas, amantes de lo novedoso,
y empeñadas en mejorar la educación en el país, se apuntan al nuevo invento
que, claro está, ya se aplica en Europa. ¡No íbamos a ser menos! Se apuntan y
organizan una clase de “tomate” que no hay quien se aclare. Nadie sabe muy bien
todavía qué rayos es eso, nadie sabe por qué unas etapas sí y otras no, nadie
sabe cómo evaluar y encajar las competencias con las notas que siguen estando
vigentes, nadie sabe qué información hay que pasar a los padres ni cómo
pasarla, nadie sabe en qué acabará el sistema si cada centro procesa esto de un
modo distinto… En resumen, vino nuevo en odres viejos. Y ya se sabe, una nueva
“empastrá”. Todo el vino por los suelos.
Tercera fase.
Apostolado. Esta es la fase más asombrosa. A mí, personalmente, me conmueve. La
criaturilla y sus excelencias es dada a conocer, anunciada, proclamada a los
cuatro vientos, por apóstoles de la causa que surgen en muy determinados
lugares, donde hay que saber estar, agazapado, esperando el momento…Y recorren,
como abnegados misioneros, colegio tras colegio, dando charlas, cursillos,
conferencias, transmitiéndonos la buena nueva, y de paso cobrando un sobresueldo
que a nadie viene mal, corriendo los tiempos que corren. Es asombroso ver cómo
hablan de lo que hay que hacer en clase, cuando tú sabes que eso no se puede
hacer en clase, que es imposible, que no tiene sentido, aunque a veces pensemos
que ojalá se pudiera hacer… Me asombra ver cómo se puede estar tan lejos de la
realidad y por consiguiente decir tantas tonterías.
¿Veis cómo
además de básicas son también trifásicas? Llegan a nosotros, al frente, a los
pobres soldaditos, en tres fases bien claras, y luego móntatelo como puedas, si
puedes. Reúnete, caliéntate la cabeza, navega por internet, apúntate a
cursillos, en suma, emplea tiempo, un tiempo que necesitas para otros asuntos
de verdad importantes, como tus alumnos, por ejemplo, o como tu misma vida, sí,
como tu propia vida.
Y a mi edad
esto me irrita mucho. La vida es el tiempo. Los que te hacen perder el tiempo
te roban la vida, te la sorben, como los vampiros la sangre. Y eso es una
inmoralidad, una inmoralidad intolerable.
He de decir
además, que en más de 30 años de docencia, he sufrido varios envites de este
tipo para ver cómo, invento tras invento, han acabado desarbolando el sistema
educativo y, lo que es peor, impidiendo después cualquier posible regeneración.
Y esto también me irrita. Y también es inmoral.
¡Ya está bien
hombre! ¡ya está bien! Las cosas o se hacen bien o no se hacen. Los
experimentos ¡con gaseosa!, no con los chiquillos.
A fin de cuentas, quien te enseña es la vida y los alumnos, esa es la verdadera competencia.
ResponderEliminarPues sí. Yo creo que todo es más sencillo de como nos lo quieren pintar. Sólo hay que se algo coherente y muy honesto.
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