El mismo sitio esta primavera. ¡No hay derecho!
A las 7 horas
y 4 minutos de mañana, 21 de junio, entra el verano. Sea bienvenido y sea suave y
bondadoso. Quiera Dios, y en esa línea actuemos los hombres, que en el
equinoccio de otoño, sigamos teniendo los mismos bosques, que ahora tenemos.
Es éste mi ferviente
deseo, este último día de primavera. Pero, la verdad, tengo miedo, tengo miedo
al imbécil de la colilla encendida, al estúpido del petardo, al cretino al que
pagan delincuentes, al inconsciente que
quema rastrojos, al “pirao” que no controla sus actos, al que va de “sobrao” y
eso a él no le pasa, al gilipollas de la barbacoita, al hecho innegable de que toda esta gentuza está entre nosotros, y de que cuando entre el maldito poniente, andarán por ahí
sueltos. ¡Ojalá vayan a divertirse a los centros comerciales, o se tuesten al
sol en las playas! ¡Ojalá! Ahí no harán daño, o al menos no tanto daño.
¡Feliz verano!
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