Las hay en todas partes, en todas partes... |
Estoy viendo
estos días una publicidad que, por lo que yo entiendo, trata de limpiar de
algún modo la imagen de los políticos. Es de una marca de refrescos, creo.
Y me ha
llamado la atención, el hecho de que se considere reclamo publicitario el decir
que no todos los políticos son corruptos, sinvergüenzas, mentirosos, desleales,
trepas etc. Es decir, que nos resulta chocante el escuchar que hay políticos
honrados, buena gente, gente de bien.
Y esto es lo
que me sorprende. Nuestro increíble cinismo como sociedad. Somos una sociedad
cínica hasta el extremo. Ahora resulta que son los políticos los malos de la
película, nosotros no. Nosotros somos “güenos”. ¡Ya! Ellos son los malos. Ellos
no somos nosotros.
Pues no, no es
eso. Si tenemos políticos corruptos es porque nuestra sociedad es corrupta. Si
tenemos políticos deshonestos es porque nuestra sociedad es deshonesta. Si
tenemos políticos mentirosos, sinvergüenzas, desleales, trepas, es porque
nuestra sociedad es así. Porque demasiada gente es así.
Porque estoy
convencido que mucha gente, si pudiera, haría lo mismo que critica de los
políticos. Demasiadas personas son más o menos honestas porque no pueden ser
otra cosa. No por principio moral
alguno, sino por pura limitación, porque están donde están y trabajan donde
trabajan.
Muchos,
si pudieran eliminar a sus competidores, colocar a sus amigos, arrinconar al que
ocupa el puesto que anhelan, ganar más dinero quitándoselo a otro…lo harían, y
además con la conciencia tranquila, porque en función de uno mismo y sus
intereses personales, casi todo es justificable, razonable, demostrable…
Y esto es lo
que hacen muchos políticos, y no solo ellos, sino mucha gente de a pie, en cuanto alcanzan una posición desde la que puede hacerlo, en sus empresas, sus asociaciones, sus
clubes, e incluso en su vida privada…
Entonces, ¿por
qué tanto desencanto, irritación, animadversión contra nuestros políticos? Ellos
somos nosotros, ellos salen de entre nosotros. Su miseria es nuestra miseria y
su vergüenza nuestra vergüenza. También hay políticos honrados, como hay
personas honradas.
No se trata de
regenerar la clase política. Se trata de regenerar la sociedad entera, desde
sus mismas raíces. Una sociedad sana, limpia, honesta, tendrá políticos sanos,
limpios y honestos.
Lo dicho.
Vemos la paja en el ojo ajeno y no la viga en el nuestro. La única diferencia
es que "la paja" puede afectar a miles, millones de personas y "la viga" a unos
pocos. Pero moralmente, éticamente, tan deleznable y miserable es la una como la otra.
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