Fue en octubre de 1987, el siglo pasado… Miguel Ángel, Quique, José Antonio, Paco Luis y yo, nos fuimos al Pirineo occidental a subir montañitas. ¿Os acordáis?
Recuerdo que llegamos el 9 de madrugada, acampamos, y sin dormir nos “echamos al monte” pues sabíamos que venía mal tiempo. No había nada de nieve. Sólo rocas y soledad. Subimos al Sobarcal y al Mallo de Acherito, con un cielo, poco a poco, más y más cargado.
Tras regresar a las tiendas, ya por la tarde, aún nos fuimos a cenar a la Venta de Juan Pito, en el valle de Belagua, ¡juventud! Cuando volvimos teníamos sueño, mucho sueño, lógicamente, pero estábamos muy satisfechos en todos los sentidos. Y aunque lo que apetecía era acostarse ya, tuve un "barrunto" y aún cambiamos las tiendas de sitio, alejándolas del río junto al que estaban montadas ¡menos mal!
Dormimos como troncos, ¡cómo no! Hacia la madrugada empezó a llover con fuerza, con mucha fuerza, y el sueño se hizo, al menos para mí, más y más placentero, al arrullo del agua sobre la lona de la tienda.
Por la mañana seguía lloviendo, pero ya no se escuchaba ese rumor suave y relajante de la lluvia sobre las tiendas. Atronaba el estruendo del río que, desbordado, arrastraba troncos, rocas, tierra…Vimos, sobrecogidos, cómo a nosotros nos hubiera arrastrado también, si no nos hubiésemos cambiado de sitio. ¡Glup!
Dedicamos el día 10 a hacer turismo bajo la lluvia. Visitamos la Selva de Iratí, y de regreso por el puerto de Belagua empezó a nevar, a nevar con ganas. Las últimas curvas del puerto, fueron “emocionantes”, pero al fin, con Paco Luís y Miguel Ángel, si no recuerdo mal, sentados sobre el capó del coche, para aumentar la tracción, y cantando horchatera valenciana, alcanzamos la frontera, de noche cerrada, en medio de una espectacular nevada; por el lado español ya había pasado la quitanieves y llegamos sin novedad al refugio de Belagua donde hicimos noche.
El día siguiente salió azul. Habíamos pasado del otoño al invierno en unas horas. ¡Qué espectáculo! Un Pirineo, blanco, resplandeciente, soberbio, nos envolvió en cuanto salimos del refugio. La ascensión al Arlas, desde la Piedra de San Martín, colmó plenamente todas nuestras aspiraciones. Era la belleza absoluta.
¿Os acordáis de de todo esto que os he contado? Creo que fue todo así, más o menos. Un gran viaje, ¿no? Un viaje de esos que no se olvidan.
NOTA:
A continuación tenéis algunas diapositivas digitalizadas, y si pulsáis el enlace que hay después, tenéis más. Se les ve viejecitas, pero es que… ha pasado el tiempo. Para las fotos y para nosotros. A fin de cuentas, todo esto sucedió el siglo pasado.
Ya muy altos, llegando al Sobarcal. |
En la cima de Sobarcal. |
Las Agujas de Ansabere desde El Sobarcal. |
Mallo de Atxerito, una de las cimas ascendidas. |
A la izquierda Petretxema y Ansaber. A la derecha El Sobarcal. |
LLoviendo sobre Irati. |
El río Irati baja con fuerza. Hay agua por todas partes. |
Ya ha nevado. Ascendiedo al Arlas. |
En la cima del Arlas. Al fondo el Anie o Auñamendi. |
El sol funde la nieve creando imágenes extrañas.
Si quieres ver más fotos pulsa el siguiente enlace. Del otoño al invierno. Octubre de 1987.
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario