El capitán
miró a Fermina Daza y vio en sus pestañas los primeros destellos de una
escarcha invernal. Luego miró a Florentino Ariza, su dominio invencible, su
amor impávido, y lo asustó la sospecha tardía de que es la vida, más que la
muerte, la que no tiene límites. ¿Y hasta cuándo cree usted que podemos seguir
en este ir y venir del carajo? le preguntó.
Florentino
Ariza tenía la respuesta preparada desde hacía cincuenta y tres años, siete
meses y once días con sus noches.
“Toda la
vida – dijo."
Con las últimas líneas del libro El amor en los tiempos del cólera rendimos Isabel y yo humilde
homenaje a Gabriel García Márquez, uno de los muy grandes de la historia de la
literatura en esta hermosísima lengua nuestra.
Hemos gozado con Cien
años de soledad, El coronel no tiene
quien le escriba, con Crónica de una
muerte anunciada, obra ésta leída además con mis alumnos que se
emocionaban, cuando la escuela era otra cosa, con El amor en los tiempos del cólera, cuyo final encabeza esta entrada
y que pusimos Isabel y yo en la invitación a nuestra boda.
Sí, es la vida más que la muerte la que no tiene
límites. Y ahora, cuando Gabriel nos deja, la respuesta de Florentino Ariza a
la pregunta del capitán “¿Y hasta cuándo cree usted que podemos seguir en este
ir y venir del carajo?” adquiere una
fuerza inusitada, arrolladora “toda la vida”.
Florentino y Fermina son unos ancianos; pero él
responde “toda la vida”.
Toda la vida seguirá acompañándonos Gabriel García
Marquez, generación tras generación, a través de tantos personajes ya
inolvidables, Fermina Daza, Florentino Ariza, Santiago Nassar, Aureliano
Buendía…
Toda la vida.
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