Todas las grandes crisis económicas han acabado en
guerras. Es como si la historia tuviera su propia dinámica, una dinámica que
fuera más allá de la voluntad de los hombres. Sólo pensar esto me asusta.
Estos días, la situación en Ucrania está agitando de
modo siniestro el fantasma de una 3ª guerra mundial. Las fichas, en el tablero
del mundo, parecen estar situándose en orden de combate.
Y en este momento de la historia, el Papa
Francisco canoniza a Juan XXIII y Juan Pablo II, dos personajes centrales del
siglo XX, dos Papas que tuvieron la paz como uno de sus objetivos
fundamentales.
Pero su paz no era una paz basada en pactos políticos o
militares, vacíos de alma, sino una paz basada en la libertad y la justicia, y
en último término en la misericordia “que siempre espera, siempre perdona,
porque siempre ama”, como acaba de decir el Papa Francisco ante “gente de toda
raza, lengua, pueblo y nación”, ante gente “importante”, ante gente “menos
importante”, ante gente “nada importante”…
Y me gusta pensar que el momento de darse la paz,
haya sido signo, en esta mañana gris y lluviosa en Roma, de que sí es posible
la paz en el mundo. La universalidad de la Iglesia , muy visible estos días en la ciudad eterna, hemos
sido Isabel y yo testigos, nos marca el que debería ser el camino de la historia.
Porque es mucho más hondo lo que nos une que lo que nos separa a los hombres. Me ha resultado gracioso el ver cómo, cuando el Papa ha saludado
a todas las delegaciones del mundo, una por una, presentes en este día
histórico, alguien, no sé de que país, ha sacado el móvil y se ha hecho una
foto con él…Si es que todos somos personitas, después de todo. Sí, es más, mucho
más, lo que nos une que lo que nos separa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario