Me gustan las tormentas. Y cuando puedo contemplarlas
desde un lugar seguro, disfruto del espectáculo, desde mi pequeñez y mi
insignificancia, de las fuerzas desatadas de la naturaleza. Siento entonces
cómo la conciencia de esa pequeñez y esa insignificancia, me hace relativizar
todo aquello que no es de verdad importante, y me siento entonces extrañamente
libre.
Un rayo cae sobre el Balcón de Pineta. |
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